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Las garbanzas de Yeya

Desde niña, en casa se almorzaba un plato de granos como mínimo, una vez en semana. Cuando tocaban granos, la cocina era territorio inaccesible de mi abuela. Ella disponía desde la víspera los ingredientes o prevenciones como que le gustaba a ella llamarlos. Exigente y meticulosa. Incluso un poquito cascarrabias. No le valía cualquier chorizo ni cualquier costilla y hasta miraba con lupa la marca y procedencia de los garbanzos. Materia prima, como lo llamamos ahora y por sello de calidad, toda su sabiduría y experiencia. Continuar leyendo «Las garbanzas de Yeya»

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Deliciosas alitas de pollo

Ya he contado alguna vez que de niña tenía intolerancia a la lactosa. Esa condición me hacía un pelín diferente al resto. Mi madre, muy sabia ella, para evitar incidentes me decía que no podía comer nada de nadie, ni en los recreos, ni en los cumpleaños, ni en casa de quien fuera. Además añadía, que si se me ocurría hacerlo me podía quedar con cara de monstruita y llevarme un susto más fuerte que el de las películas de miedo. Y yo era muy miedosa. Ella dio con el antídoto y rara vez tuvo que correr conmigo por una crisis. Continuar leyendo «Deliciosas alitas de pollo»