Al poquito de venir a este mundo, me detectaron intolerancia a la lactosa aparte de ser muy asmática. Mientras fui bebé y muy niña, esto resultaba controlable. Desayunaba leche de cabra que alguien proveía a mi madre o zumo de naranja. Las chuches existentes por aquel entonces, donde no había una exigencia en el etiquetado, para mi era prohibidas, por el por si acaso.
Una vez y empecé la etapa escolar, la situación se fue complicando, al igual que mi asistencia a los cumpleaños de amigas, amigos, primas o primos si no estaba mi madre vigilando lo que me llevaba a la boca. Crecí en la convicción de que le leche, los yogures, el queso o el chocolate eran puro veneno para mí. Mi niñez eran bocatas de mortadela y el Cola Cao se suplía por Nik de naranja en las fiestas o zumos que mi abuela con paciencia me exprimía cada tarde. Pero llegaron los 15 años y todo aquello, gracias a un intenso tratamiento de vacunas, fue cesando y poco a poco fui tolerando, despacio y con una pauta muy marcada y exigente cada uno de los alimentos que no había probado en mi vida.
Al queso me volví adicta tan pronto como lo probé. Mi hermana la pequeña diría que fui ratón en otra vida. Con la leche aún tengo mis reacciones, no tan agresivas pero mi estómago aún no le da acceso VIP como al queso y llegó el turno de los yogures y directamente se convirtieron en imprescindibles para mí. Pasaron de ser un veneno, a un antídoto para todo, un desayuno ideal, un postre redondo, una chuche mientras veo una serie y hasta el elemento básico e imprescindible en todos los pic-nic de campo o de playa.
Y de aquellos comienzos, esta tarta, a base de mi yogur favorito que la preparo cada vez que puedo y si también es posible, me la como yo solita. Enterita para mí, porque el yogur y yo, tenemos que recuperar el tiempo perdido.
INGREDIENTES:
- 500 gr. de yogur griego
- Tres huevos
- 40 gr. de Maizena
- 200 gr. de azúcar morena.
- Mantequilla o aceite para engrasar el molde.
- 150 gr. de fresas.
- 10 gr. de azúcar morena para macerar las fresas.
ELABORACIÓN:
Comenzaremos disponiendo en una fuente amplia, todo el yogur.
Sobre el yogur volcaremos los tres huevos.
Añadiremos también la Maizena y los 200 gr. de azúcar.
Con ayuda de un batidora eléctrica, mezclaremos bien todos los ingredientes hasta que obtengamos una crema bastante untuosa.
Una vez obtengamos la crema, prepararemos un molde para tarta. Lo ideal es cubrir el fondo con papel vegetal para horno y pasarle un ligero pincel con aceite de oliva o de girasol o si lo prefieren, una nuez de mantequilla.
Verteremos la crema en el molde.
Encenderemos el horno a 175º calor arriba y abajo. Una vez caliente, introduciremos nuestro molde y lo mantendremos durante 40 minutos. Mientras se va haciendo la tarta, iremos preparando las fresas. Comenzaremos lavándolas muy bien.
Las cortaremos en rodajas y las dispondremos en una fuente.
Sobre las fresas espolvorearemos los 10 gr. de azúcar, mezclaremos y dejaremos que se maceren, mientras la tarta está en el horno.
Una vez pasados los 40 minutos de horno, sacaremos nuestra tarta y dejaremos que se atempere antes de decorarla con las fresas.
Una vez atemperada, podremos ir colocando una a una las fresas por encima hasta cubrir toda la superficie de la tarta. La pondremos a enfriar en nevera, al menos unas dos horas antes de disfrutarla.
Deseando darle un mordisco
No vas a poder darle uno solo!
GRACIAS VANESA, LA PREPARARÉ ÉSTE FINDE, SE PODRÍAN MOLER Y BETIR LAS FRESAS CON EL RESTO, EN VEZ DE SÓLO DECORACIÓN?
UN SALUDO
Por poder entiendo que si se podría, pero tanto tiempo de horno para las fresas no sé si será lo mejor para la textura final. En tal caso creo que lo mejor será verterlas licuadas.
Muchísimas gracias por tu comentario!! Espero que te salga fantástica y que te guste mucho!