Me paso el día haciendo listas de cositas que hacer para cuando vayamos descendiendo en fases. Y ya llevo unas cuantas. Día sí, día no, hago la lista de la compra porque mi tribu arrasa con la despensa y con la nevera. Paso más tardes en el supermercado que en mi casa. Aparte de esta, tengo otras listas, la de cosas que quedan por arreglar en casa, la de sitios a dónde ir para cuando se pueda ir, la lista de comiditas y vinitos que quiero probar, pero le he cogido especial cariño y hasta intento escribirla en cursiva y con esmerada caligrafía, la lista de la gente a la que quiero ver y con la que quiero pasar tiempo cuando la maldita pandemia nos de tregua. Y esta es por ahora, la lista más larga. Y entre lista y lista y debido a mi afán por tener todo ordenado (soy muy maniática del orden) he ido rescatando libretitas, porque ya sumamos un año sin apenas vida social, y las hojitas se me han ido gastando, así que hace unas semanas entré en fase rescate de libretitas para mis listitas y apareció una en la que solo había escrita una hoja y no era otra cosa que esta receta.
No tiene secretos y es una técnica muy empleada en cocina, sencilla y con un resultado súper jugoso, siempre y cuando se respeten los tiempos de cocción y coloquemos la sal correctamente.
Desde que dí con ella enseguida la preparé y no quedó ni un solo medallón. Seguiré con mis listas y a ver si vuelvo a dar con un golpe de suerte como éste y siguen apareciendo recetas que contarles.
INGREDIENTES:
- Dos solomillos de cerdo.
- Un kilo de sal para hornear.
- Pimienta negra.
- Un poco de agua.
ELABORACIÓN:
Empezaremos encendiendo el horno a 180º de potencia y función arriba y abajo. Mientras el horno se calienta, iremos retirando de los solomillos los excesos de grasa que pudieran tener. No es bueno retirarla del todo porque ayuda a que los solomillos no se sequen. Los colocaremos sobre una tabla de cortar y les pondremos pimienta negra al gusto.
En una fuente apta para horno, colocaremos sobre la base una cama de sal que cubra todo el fondo.
Sobre la cama de sal colocaremos los dos solomillos con una ligera separación entre ambos.
Con el resto de la sal cubriremos por completo toda la superficie, asegurándonos de que los solomillos quedan totalmente cubiertos por la sal.
Nos humedeceremos las manos ligeramente e iremos presionando sobre la sal porque esta humedad ayudará a la cocción. Una vez los tengamos listos, introduciremos en el horno a la misma temperatura (180º) y en la misma función (arriba y abajo) durante 25 minutos.
Pasado ese tiempo, retiraremos del horno y apreciarán que la sal se habrá debido romper por alguno de los lados, eso significará que ya están hechos.
Con una espátula o cuchillo fino, retiraremos con cuidado la capa de sal por completo y colocaremos los solomillos sobre una tabla de corte. Esperaremos unos 5 minutos a que se atemperen para que al cortarlos en medallones o filetes más finos, no se nos deshagan.
Cortaremos y sobre la marcha llevaremos a la mesa. Verán que el resultado no podrá ser más jugoso y tierno estarán cuando. Pueden acompañarlo de la salsa que más les guste pero así solos, están requetebuenos.
Está genial la receta y súper fácil!! Se podría hacer igual con cinta de lomo???
Nunca he probado a hacerlo con cinta de lomo Liam. Probablemente varíen los tiempos de cocción. Si alguna vez lo pruebo, te lo contaré. Muchas gracias por tu comentario!!!
Yo creo que si , pues yo hago el pescado a la sal y esta buenísimo. Antes se usaba la sal para la conservación de los alimentos.
Así es Gloria! La sal es sorprendente!! Gracias por tu comentario!!