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Solomillo en salsa de cerveza

Esta receta de hoy es la aliada perfecta si nos toca cocinar en vacaciones por algunas razones, la primera y siempre la más importante es que está deliciosa, la segunda y no menos importante es que es muy sencilla de hacer y la tercera e igualmente destacable, que no nos robará tiempo de más en la cocina.

Pues mi historia con esta receta realmente empezó hace unos cuantos muchos de años. No me gusta la cerveza y no sé si esto es una confesión o un pecado y lo digo porque  cuando veo a mis amigas llegar  a cualquier terracita y pedirse su cañita, fresquita con su espumita y verlas sonreír de oreja a oreja después de los primeros sorbos, soy consciente de que me estoy perdiendo algo valioso pero así es la vida. Porque yo sí tuve un contacto con la cerveza,  motivado por mi hermana la mayor, cuando yo aún era pequeña. Rondaríamos los 9 y 6 años respectivamente. Mi padre, en un domingo cualquiera se estaba preparando su tarde de partido televisado, iba y venía del cuarto de estar a la cocina, que si unos manicitos, que si unas papitas, en aquel entonces de La Canaria, que si unos pejines, vamos lo propio del evento, ahora se cuida un poco más afortunadamente. Como culmen a todo aquel dispostitivo, llegaba su botellín de Tropical, tan frío que las gotitas bañaban el vidrio. La cerveza siempre era lo último en llegar, pero un día cuando el buen hombre tenía todo montado y ya estaban cantando la alineación, tocan a la puerta y mi padre que se levanta y mi hermana que me dice al oído, si te tomas la cerveza sin respirar, te tapas la nariz, te la tragas entera, creces y te haces alta como yo. Papá es alto porque toma cerveza.  Y yo, que suspiraba a cada paso por ser mayor como mi hermana, por ser más alta de lo que era, porque me admitieran los niños y las niñas de su pandilla de la calle donde jugábamos, no me lo pensé dos veces, cogí aquel botellín, tapé mi nariz y me la bebí sin respirar.

Ya se pueden imaginar la cara de mi padre cuando entró por aquel cuarto y me pilló justo en el momento en que estaba dejando de un golpe el botellín vacío y como una auténtica profesional de barra, me limpiaba los restos amargos de mi boca con el brazo. A mi lado, mi hermana conteniendo la risa a la vez que abría más y más los ojos, asombrada de mi diligencia.

En resumen, mi padre me castigó, no me creyó y mi hermana no confesó. Así que ni pandilla de mayores ni nada que se le pareciera. Sobra decirles que no crecí hasta que me tocaba hacerlo y lo que mejor recuerdo de aquel episodio es el dolor de cabeza y las nauseas que me entraron, no sé si del disgusto por no crecer o del alcohol que no debía tomar.

Así que cuando leí esta receta, entenderán que tardara mucho tiempo en hacerla pero una vez me animé, porque lleva ingredientes tan sencillos y de cualquier despensa que me reencontré con esta maravillosa bebida, aunque no me la beba.

 

INGREDIENTES:

  • Un solomillo de cerdo.
  • 250 ml. de cerveza.
  • 100 grs. de mermelada de tomate.
  • Sal gruesa
  • Pimienta negra.
  • Una cebolla morada.
  • Aceite de oliva.

MODO DE HACERLO:

Comenzaremos limpiando el solomillo del exceso de grasa y lo salpimentaremos.

Pondremos un caldero bajo al fuego, con un buen chorro de aceite de oliva a calentar. Una vez esté bien caliente, sellaremos durante dos minutos por cada lado, el solomillo. Una vez sellado, retiramos del fuego y reservamos.

En el mismo caldero, sofreiremos a fuego medio la cebolla morada cortada previamente en juliana.

Una vez la cebolla se vaya quedando pochadita, verteremos la cerveza y subiremos a fuego máximo para que el alcohol se evapore.

Serán unos cuatro o cinco minutos. Cuando veamos que el conjunto empieza a tomar un cierto color doradito, añadiremos la mermelada y mezclaremos muy bien.

Volveremos a bajar la potencia a fuego medio y mantendremos unos cinco minutos más, removiendo de vez en cuando.

Pasados los cinco minutos, retiraremos del fuego y meteremos toda la salsa en una vaso de batidora eléctrica, batiremos bien hasta que se quede consistencia de salsa, procurando que no queden grumos.

Una vez batida y en el mismo caldero en que hemos cocinado todo, colocaremos el solomillo de cerdo y lo bañaremos con la salsa, taparemos el caldero y mantendremos a potencia 4 (fuego medio-bajo) durante ocho minutos.

 

Pasados los primeros ocho minutos, daremos vuelta al solomillo, taparemos y volveremos a calcular otros ocho minutos y seguiremos manteniéndolo a la misma potencia (fuego medio-bajo)

Una vez pasado ese tiempo, ya estará listo para comer, deberemos esperar a que se atempere un poco para cortarlo en medallones, no demasiado gruesos y a la hora de servir, los bañaremos con la salsa.

Admite muchísimas guarniciones, papas de cualquier manera, arroz, quinoa, cus cus, o como si no le ponen nada.

Felices vacaciones para los que las comienzan!

 

 

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