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Solomillo glaseado

No sé ustedes pero los que habitamos entre las paredes de casa empezamos a cansarnos hasta del propio cansancio. No sé yo si es que nos vinimos arriba demasiado rápido y quisimos hacer todo lo que antes no hacíamos porque no parábamos tanto por casa. Las primeras semanas no había alojamiento web con propuestas de puesta en forma que no visitáramos, recetas curradas, pensadas y delicadas, sobre todo con las cartucheras que nos habíamos empeñado en reducir en tiempo récord. Igualmente exigentes con nuestros despertadores y obedientes, las dos primeras semanas, al primer pitido. Apilando libros en la mesa de noche con el firme propósito de terminarlos antes de volver a la normalidad. Vistiéndonos dignos de poder salir en cualquier momento aún a sabiendas de que eso no iba ser posible pero los sabios hablaron desde el día uno y dijeron que eso nos ayudaría a adaptarnos al confinamiento y al posterior desconfinamiento. Quedando con los amigos y peinándonos para las video llamadas, llamando a toda esa gente a la quieres y les dedicas menos tiempo, en fin, las listas se llenaron de bonitos propósitos, todos positivos, todos sumando y nadie restando.

Pero no sé que ha pasado que si empiezo a contarles no termino ni para la propuesta de recetas navideñas. De unos días hasta hoy, el chandal y cualquier cosa que pille se han convertido en mi uniforme, cuando paso por delante del espejo a punto estoy de darme un euro porque les sería difícil encontrar siete diferencias conmigo y un perro flauta.

Los pelos mejor no mencionarlos, con decirles que he pedido un secador nuevo por el día de la madre….. Secármelo me lo secaré, lo que no sé yo es si lograré que entre un cepillo. Las actividades deportivas, las mascarillas hidratantes, exfoliantes, reductoras, reafirmantes, las paredes pendientes de una mano de pintura, los propósitos detox y las recetas sofisticadas y ligeras han dado paso a este resumen: Me paso el día jugando a las casitas. No hay más. ¿Los libros? Ahí siguen. En mi pila no había ninguno de García Márquez así que una noche me levanté y dije, se acabó, y volví a sacar por cuarta vez en mi vida, Cien años de Soledad de mi estantería.  Y tan feliz, para mí,  que el resto espere. Y el tiempo que no dedico a esta terapia lo paso en la cocina, en el baño, en el salón, en los dormitorios de mis hijos, bien con una cuchara de palo, bien con la aspiradora en la mano.

Y entre medio de toda esta revelación, dos alegrías gigantes, una que Canarias7 sea líder indiscutible de la prensa digital el mes de marzo. Otra, que mis hijos se han aburrido hasta de la Play.

INGREDIENTES:

  • Un solomillo de cerdo.
  • Un diente de ajo.
  • Un puerro.
  • Medio vaso de salsa de soja.
  • Medio vaso de jerez o vino blanco.
  • Un vaso de caldo de carne o de caldo de verduras.
  • Dos cucharadas soperas de miel.
  • Un chorrito de vinagre de manzana.
  • Media cucharadita de jengibre en polvo.
  • Una punta de una cucharadita de anís.
  • Aceite de oliva.

MODO DE HACERLO

Empezaremos salpimentando el solomillo y a la vez pondremos a calentar un caldero al fuego con el fondo cubierto de aceite.

Doraremos dos minutos por cada lado el solomillo. La idea es que dore muy bien y si apreciaran que se empieza a pegar, no se preocupen, eso dará mucho más sabor a la receta.

Una vez dorado, mantendremos el solomillo dentro del caldero e iremos echando dentro, el jengibre, el ajo picado, al ajo le retiraremos el germen para que no nos repita y el puerro. A la vez y con ayuda de una espátula de silicona o una cuchara de madera, iremos raspando el fondo que se haya podido ir pegando. Todo este proceso lo haremos a fuego fuerte.

Mezclamos el jerez o el vino con la miel en un vaso y con ayuda de una cuchara, batiremos ligeramente y verteremos todo al caldero. Ahora verán que se irá despegando lo que tengamos en el fondo con mayor facilidad. Seguiremos manteniendo a fuego fuerte, sobre todo ahora para que el alcohol se evapore.

Cuando apreciemos que el líquido comienza a evaporarse, será el momento de ir encendiendo el horno a 180º calor arriba y abajo, porque este receta se comienza a hacer al fuego pero lleva una parte del proceso dentro del horno.

Ya con el horno encendido, seguiremos trabajando en el fuego mientras se calienta. Verteremos en este momento la salsa de soja y el vaso de caldo y bajaremos el fuego a media potencia. Incorporaremos el toque de anís, mezclaremos ligeramente y al horno.

Si el caldero que han utilizado admite horno, perfecto,  de lo contrario tendrán que pasarlo a una fuente apta para el horno.

Volcaremos todo tal cual a la fuente y al horno a la misma potencia (180º) durante 25 minutos.

Una vez lo saquemos del horno, dejaremos atemperar antes de cortar el solomillo en medallones no muy grandes. La salsa la batiremos con ayuda de una batidora eléctrica.

Y por último colocaremos los medallones en un caldero, verteremos por encima la salsa y dejaremos a temperatura media unos 10 minutos más. Verán como la salsa se espesará ligeramente y de alguna manera caramelizará los medallones.

Es una receta agridulce, explosiva y muy sabrosa. Ideal con arroz blanco e igualmente ideal para estos días donde parece que todo es lo mismo, donde parece que no sucede nada y todo nos sabe igual….

 

 

4 opiniones en “Solomillo glaseado”

  1. Le sugiero, mi estimada chef, que pruebe a cambiar el caldo por la misma cantidad de zumo de naranja o mandarina (pero en temporada, que estén dulcitas), omita la miel y el anís, y agregue una pizca de canela y cardamomo (molidos) junto a un par de clavos de olor. Alucinará. Yo suelo prepararlo para Navidad y siempre triunfa.

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