Humus de batata

Mi abuela era fan de la batata, amarilla o morada, la batata no podía faltar, al menos una vez a la semana. Y su afición, se contagió como un virus al resto de la casa.

Recuerdo que cuando mi hijo Juan comenzó a tomar puré, el niño, puñetero para comer por aquel entonces, soltaba por la boca el doble de lo que iba en la cuchara. Ya podías hacer el avión, el helicóptero y toda la Séptima Flota americana, que al estómago de mi hijo no llegaba nadita de nada. El puré se quedaba entre el babero, lo que yo llevara puesto y una piscina en la mesita de la trona.

Hasta que mi abuela se cansó de verme y de las impertinencias de “Juanito” y decidió que al día siguiente ella traería el potaje del niño porque lo que yo le daba, según sus palabras era “agua-chirri” y eso no servía para alimentarlo con fundamento. Mi desesperación era tal, que la dejé hacer. A las 10:00 en punto del día siguiente apareció con su tuper, no voy a decir litros porque seguro que me quedaría corta. A las 11:55 calentó al fuego, por supuesto era enemiga número 1 del microondas, la escudilla de puré, molido por ella con el pasapurés, nada de batidoras. Sentamos al niño en la trona que ya venía con la carita puesta de No vas a poder. Mi abuela ordenó que ella le daba de comer; a ver Juan, abre la boca que no me vas a desperdiciar mi potaje. El niño obedeció, abrió la boca, tragó y se relamió. Aquella escudilla se hizo poca.

-Pero Yeya, ¿como lo conseguiste?, le pregunté asombrada cuando me enseñó los restos que no quedaban.

-Poniéndole batata.

Y así, uno tras otro, generación tras generación. Ella nos llevó al maravilloso y saludable mundo de la batata. Al horno, en potajes, sancochada o asada. Y con este humus, si les gusta la batata, conseguirán una golosina de las sanas.

 

INGREDIENTES

 

  • Una batata amarilla mediana.
  • Una taza de garbanzos cocidos.
  • Dos dientes de ajo negro.
  • 50 ml. de aceite de oliva virgen.
  • Una cucharadita tamaño moka de comino molido.
  • Una cucharadita tamaño moka de canela en polvo.
  • El zumo de medio limón.
  • Sal gruesa.
  • Dos cucharadas soperas de tahini.

 

ELABORACIÓN

Empezaremos encendiendo el horno a 180º calor arriba y abajo.

Seguiremos con la receta,  lavando bien la batata y la manteniéndola con la piel.

Una vez lavada y seca, la cortaremos por la mitad.

Colocaremos las dos mitades sobre una lámina de papel vegetal para horno y verteremos un ligero chorrito de aceite de oliva virgen sobre la batata y unos granitos de sal gruesa.

Empaquetaremos la batata dentro del papel vegetal, como si estuviésemos haciendo un regalito.

Meteremos el paquete con la batata en el horno y a la misma temperatura, asaremos la batata durante 18 minutos. Una vez pasado el tiempo, retiraremos y abriremos el paquete con cuidado de no quemarnos.

En lo que se atempera la batata, iremos enjuagando los garbanzos del agua que traen en el tarro y dejaremos que el agua escurra bien.

Retiraremos la piel de la batata y la cortaremos en pedazos. Introduciremos la batata y dos dientes de ajo negro en un vaso de batidora.

Seguidamente iremos introduciendo el resto de ingredientes. Comenzaremos con los garbanzos ya escurridos.

Incorporaremos el tahini.

Verteremos aceite y el limón.

Y por último las especias, el comino y la canela.

Batiremos enérgicamente hasta que se nos quede una especie de crema, si nos gusta menos densa, podremos ir vertiendo un ligero chorrito de aceite de oliva virgen hasta obtener la consistencia deseada.

Lo mejor para disfrutarlo es acompañarlo de pan bizcochado y si además el pan tiene matalahúva, el resultado es inmejorable.

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