Esta era una cena más que frecuente en casa, sobre todo cuando los niños eran pequeños y como decía mi madre, los tres me cabían en la misma cesta. Recuerdo incluso que un día pensé en llevar casco como los motoristas para no ir despelusada a todas horas, porque no disponía ni de tres segundos completos para mí.
Entre tanto, se han ido haciendo mayores y con ellos ha crecido en mí el vértigo porque yo soy así, mamá gallina y sus polluelos. Melancólica a más no poder y si cierro los ojos puedo estar viendo la mancha de galleta en la solapa de mi chaqueta por las mañanas, el olor a Nenuco que cada día me llevaba puesto a la oficina. De mis noches en vela por sus catarros, por sus miedos. De mis carcajadas con sus primeras palabras, sus primeras canciones, de sus pasitos y de sus carreras. Los puedo ver deslizarse por primera vez por el tobogán del parque e incluso sus primeras trifulcas que resolvían arrancándole una buena mata de pelo al contrincante. De las lágrimas, de las alegrías, del primer cine y el primer circo, o del primer viaje en avión. Seguirá pasando el tiempo, sin duda eso es lo que deseamos todos pero cada día pienso que me encantaría regresar a aquella etapa durante cinco minutos. Solo cinco para llenarme ternura….
Y aquí va mi particular versión de una frittata o como alimentarte con tu chico a última hora, con el estómago gritando impertinente y tu asaltando la nevera en busca de inspiración.
INGREDIENTES:
- Un tomate grande y maduro.
- Un diente de ajo.
- Unas hojas de albahaca fresca.
- Dos huevos.
- Queso parmesano rallado.
- Aceite de oliva.
- Sal gruesa.
ELABORACIÓN:
Empezaremos cortando el ajo muy menudo y le retiraremos el germen para que no nos repita. Una vez lo tengamos bien cortadito, en una sartén cubriremos el fondo, sin excesos, de aceite de oliva y cuando esté caliente sin que llegue a quemarse, añadiremos el ajo y mantendremos a fuego medio.
Mientras se dora el ajo, iremos partiendo los tomate en rodajas, no muy gruesas pero tampoco demasiado finas para evitar en la medida de lo posible, que se rompan.
Una vez cortado, saltearemos el tomate en la sartén con el ajo, como un minuto y medio por cada lado. Al colocar los tomates en la sartén lo haremos con cuidado y procurando que se cubran todo el diámetro de la sartén.
En lo que se doran los tomates, iremos batiendo los huevos y cuando ya tengamos los tomates salteados, verteremos los huevos batidos y bajaremos la potencia del calor a temperatura baja. Se trata de que el huevo vaya cuajando sin darle la vuelta. No estamos haciendo una tortilla.
Observarán que primero se irá haciendo por los bordes y para que se vaya haciendo bien, podremos darle movimientos en redondo a la sartén e incluso taparla para que el calor se concentre.
Cuando apreciemos que se van haciendo agujeritos en la parte central, ya la tendremos casi lista. Hay que evitar que se queme por debajo.
En ese momento, apagaremos el fuego pero dejaremos la sartén bajo el calor residual, incorporaremos el queso rallado y la albahaca fresca picada. Mantedremos un minuto más y observaremos como se va derritirendo el queso.
Y ya tendremos lista nuestra frittata, hay que llevar cuidado al pasarla al plato porque no debemos darle la vuelta, sino deslizarla sobre el plato en que vayamos a servirla.
Gracias, que rica se ve. Canaria7 tus recetas me encantan.
Muchas gracias Lilia!!!! A nosotros nos encanta tu comentario!