Uno de mis planes favoritos en las tardes de domingo, es entrar en la cocina y preparar un queque. Los domingos, casi por sistema, no suelo preparar grandes cosas, a no ser que tengamos invitados que entonces me vuelvo loca y madrugo más incluso que entre semana. Pero si se ha dado el caso, que suele ser bastante frecuente, de que un domingo pidamos comida china, pues como que por la tarde me falta algo. Seguro que tiene que ver mucho con la adrenalina que me sube cuando tras el cristal del horno, también veo subir el volumen del queque. Seguro que también tiene que ver con la dopanima que me genera el aroma que desprende el mismo queque una vez lo dispongo sobre la rejilla para que se enfríe. Y, sin lugar a dudas, tiene todo que ver cuando le espolvoreo el azúcar glas, mientras mi vieja cafetera italiana empieza a silbar y ya se mezclan ambos aromas y saco rápidamente el cuchillo para queques y le meto un tajo sin piedad ninguna, mientras con la otra mano me voy sirviendo el cafecito humeante en mi taza, porque soy una maniática y mi taza del café es solo mía. Entonces respiro hondo, o como diría mi abuela, cojo resuello, me llevo un trocito de queque a la boca y enseguida entiendo por qué odio los lunes.
INGREDIENTES
- 320 gr. de harina de trigo.
- 10 gr. de levadura en polvo.
- 200 gr. de mantequilla a temperatura ambiente o pueden sustituirla por 200 ml. de aceite de girasol.
- 300 gr. de azúcar blanca.
- La ralladura de un limón, sin parte blanca.
- Una cucharada tamaño moka, de esencia de vainilla.
- Cuatro huevos.
- Una tarrina de queso crema (tipo Philadelphia)
- Azúcar glas para decorar (opcional)
ELABORACIÓN:
Comenzaremos batiendo en una fuente con buen fondo y buen diámetro, el azúcar y la mantequilla. Procuren que la mantequilla esté a temperatura ambiente para que se mezclen más fácilmente ambos ingredientes. Si sustituyen la mantequilla por aceite, batiremos ambos hasta que estén perfectamente integrados. La mezcla debe quedar de un color más blanco.
Una vez integrados, añadiremos la ralladura del limón y la esencia de vainilla. Volveremos a batir.
A la mezcla, le iremos añadiendo los huevos uno a uno. Hasta que el primero no esté integrado, no iremos añadiendo los siguientes y así sucesivamente. Observarán que a partir de este momento, la mezcla se vuelve algo más densa.
Seguidamente incorporaremos la tarrina de queso y volveremos a batir. La mezcla se reblandecerá y se hará más cremosa.
En este momento ya podremos ir encendiendo el horno a 180º calor arriba y abajo y no será necesaria la función de aire.
Mezclaremos en una fuente aparte la harina de trigo y la levadura en polvo. Una vez mezcladas, la iremos incorporando a la mezcla anterior, con ayuda de un tamizador o colador de rejilla. Es importante que a partir de este momento, vayamos incorporando la harina poco a poco y mezclaremos con el resto con la ayuda de un espátula, no con varillas, para que el resultado del queque sea más esponjoso y queden partículas de aire.
Y ya tendremos la masa lista. Lo siguiente que haremos será engrasar las paredes y el fondo del molde donde vayamos a hornear el queque. Verteremos la masa sobre el molde y apreciarán que el resultado es bastante denso. Una vez la tengamos en el molde, alisaremos la superficie.
Meteremos en el horno y calcularemos 40 minutos. Pasados los 40 minutos, dejaremos el queque dentro del horno durante cinco minutos más, con la temperatura apagada. Pasados los cinco minutos, abriremos la puerta del horno tímidamente, pero lo mantendremos dentro otros cinco minutos más y pasados estos últimos cinco minutos, sacaremos del horno y lo dejaremos enfriar sobre una rejilla, antes de espolvorearle el azúcar glas.
Muy buena pinta y fácil
Muchas gracias, Miguel!!!
Que rico!!!! Lo haré esta semana y a disfrutar!
Gracias!!!!
Muchas gracias por tu comentario, Mar. Espero que te guste muchísimo!!!