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Salsa de tomate casera

Una buena salsa de tomate casera es el ingrediente estrella de muchísimas recetas y para lograrla lo básico y esencial, es que los tomates sean buenos, carnosos y que tengan ese color rojo que los hace irresistibles también a la vista. A mí los tomates de rama o los tipo pera cuando están súper rojos me dan como resultado una salsa exquisita y tan es así que podría comérmela sola a cucharadas.

Siempre solía hacer la salsa de tomate de mi abuela que algún día también se las dejaré caer por este blog pero de un tiempo de a esta parte, mi compañera de batallas, Isela o Iselita como nos gusta llamarla en casa, me regaló su receta y nos regaló también su tiempo preparándola para toda la tribu de casa. Desde aquel momento y hasta hoy ya nadie quiere otra y cuando abren la nevera esperan ver el tarro de la salsa de Isela (ya el tomate ha perdido todo el protagonismo en el nombre)

Se la ponemos a casi todo, al arroz blanco, como base a las albóndigas, a un plato de pasta, a los siempre socorridos y sabrosos huevos al plato, a la base de las pizzas, al relleno de las empanadillas, a cualquier fritura de base y así puedo seguir porque está tan buena, tan cremosa y tan sabrosa que aunque el plato no lo lleve, nos buscaríamos la manera de que esta salsa entrara a formar parte de cualquier fiesta. Así que como su autora, la salsa de tomate entró a casa y se quedó y en el caso de ambas, espero que para siempre.

 

INGREDIENTES:

  • ·Tres kilos de tomates para salsa.
  • Aceite de oliva virgen.
  • Sal gruesa.

ELABORACIÓN:

Empezaremos lavando muy bien los tomates. Una vez los tengamos limpios, los partiremos en cuatro pedazos. En un caldero grande y con buen fondo, verteremos todos los tomates cortados, solo los tomates, nada más y llevaremos a fuego vivo hasta que hierva.

Removeremos de vez en cuando. La idea es que el tomate vaya soltando todo su jugo. Una vez rompa a hervir, bajaremos el fuego a temperatura media y removeremos de vez en cuando. Dependiendo de la carnosidad del tomate, tardaremos más o menos tiempo.

Una vez veamos que la salsa que van soltando los tomates,  llega a cubrir lo que va quedando de carne del tomate tal y como se aprecia en la imagen, retiraremos del fuego.

Con ayuda de batidora eléctrica que bien puede ser de vaso o tipo Turmix o Minipimer, batiremos todo el contenido hasta que quede una salsa mas bien pastosa. Una vez la tengamos toda batida, pasaremos por un colador de rejilla y la verteremos de nuevo en el caldero. Observarán que en el colador quedarán los restos de piel de los tomates.

Volveremos a poner al fuego a temperatura máxima y en ese momento echaremos sal gruesa al gusto. Una vez hierva, bajaremos a fuego medio, verteremos generosamente un buen chorro de aceite de oliva  virgen y removeremos de vez en cuando.

Pasados unos diez minutos, retiraremos del fuego y ya tendremos lista nuestra salsa de tomate casera. No se les ocurra ponerle azúcar, aparte de que este ha sido un remedio de abuelas, la salsa, si los tomates son buenos, no la necesita. En nevera se conserva hasta una semana, si la guardan en tarros, lo ideal son tarros de cristal con tapa que cierre bien y antes de cerrarlos, podemos volver a verter un chorrito de aceite de oliva virgen. Ya lo ven facilísima de hacer y les adelanto que se les hará igual de imprescindible que a mí.  Absolutamente esencial.

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