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Arroz con chocos

Soy la de en medio de tres. La segunda por la cola o la segunda por el principio y dicen que los de en medio tenemos rasgos únicos en nuestro carácter. Poco caso o ninguno he hecho yo de esas afirmaciones durante mi vida. Admiraba y admiro a mi hermana Patri, la mayor, desde que tengo uso de razón. Todo lo hace bien y nunca falla en sus consejos. Con Ana, la pequeña, me une un sentimiento parecido al que siento por mis hijos. Instintivamente la protejo, me cuesta conciliar el sueño los días que no sé  de ella y nada como su sentido del humor, para arrancarme una sonrisa en los días feos. Pero ha empezado la desescalada y ese sentimiento a medias del que tanto hablan los especialistas infantiles, se me ha manifestado como nunca antes lo había hecho. La mayor hace crossfit, es una gacela en el asfalto y un pescado en el agua y esto lo practicaba a diario pre-Covid y sé que lo seguirá practicando post- Covid. Aún confinada,  no falta a cita diaria con su entrenador virtual. La peque, la desordenada, la que siempre ve el lado bueno de las cosas, la que no sale de casa sin su sonrisa, es yogui y monitora de dicha disciplina. Más elástica que los estados de alarma.  Y en medio de tanta razón, tanta disciplina, tanta asana (postura de yoga) y tanto power flower, está la que suscribe. Entre pucheros, cucharas, mesa, mantel, queques, frases y letras con las que llenar estas líneas, hornos y vitrocerámicas, así que por consiguiente, me llevo todos los michelines que ellas no tienen y no hablo de los michelines de estrellas.

Pues va a ser cierto que los de en medio vamos por libre, que somos más sensibles y que parece que no nos terminaron de cocer. Etiquetas aparte, dicen que el viaje más largo que uno emprende a lo largo de su vida, es el viaje hacia uno mismo, así que ya doy lección por terminada. Mi gym es la cocina, mi templo de paz, el comedor, mis flexiones y mis estiramientos, los que practico cada vez que pelo, que corto, que sazono, que emulsiono o que revuelvo. Mis plegarias, amanecidas y atenciones para  que esos caldos reduzcan, se concentren y llenen de sabor un arroz como el de hoy. Con chocos,  como le gustaba a mi abuela y como ahora nos gusta a todos en casa.

INGREDIENTES:

  • Un kilo y medio de chocos cortados en trozos.
  • Seis dientes de ajo.
  • Tres tazas de arroz redondo.
  • Seis tazas de caldo de pescado. Con la misma taza que hayamos medido el arroz.
  • Sal gruesa.
  • Unas hebras de azafrán.
  • Una cabeza de pescado.
  • Un puerro.
  • Medio pimiento verde.
  • Aceite de oliva.

MODO DE HACERLO

Lo ideal es empezar desde bien temprano con el caldo. Sé que hay mucha gente que lo utiliza envasado pero cuando se trata de arroz o es caldo casero o se nota muchísimo. Cambia de ser un sencillo plato de arroz a un plato sublime y explosivo de sabor.

Para el caldo, saltearemos unos minutos la cabeza de pescado en un caldero con buen fondo, en aceite de oliva. Una vez comience a humear, metemos el puerro, solo la parte blanca y no hace falta que lo cortemos y el medio pimiento verde, también en un trozo. Cubriremos de agua, sazonaremos con sal gruesa y a dejar que los irresistibles olores llenen la cocina.

Una vez rompa el hervor, bajaremos el fuego a potencia media-baja y dejaremos que el caldo vaya cogiendo sabor y concentrándose. Yo lo suelo tener a esa potencia entre una hora u hora y media. Pasado ese tiempo, colamos y reservamos en calor bajo y constante.

Ya con el caldo preparado, podemos ir preparando el arroz. Para ello empezaremos cortando muy menudos los diente de ajo. Yo suelo hacerlo en picadora eléctrica.Sobre el caldero donde vayamos a hacer el arroz, aconsejo que sea o una paellera o uno de hierro, saltearemos el ajo sin dejar que se queme. Desde que empieza a dorarse, incorporaremos los chocos cortados en pedazos y saltearemos bien unos minutos a fuego medio.

Una vez que los chocos tomen color, incorporaremos el arroz, así en seco y daremos unas cuantas vueltas al conjunto.

Sobre la marcha, iremos vertiendo las tazas del caldo que teníamos reservado en caliente, hasta completar el doble de tazas de caldo que de tazas de arroz.  En una de las tazas de caldo, aprovecharemos y machacaremos unas pocas hebras de azafrán para incorporarlo al arroz y sazonaremos con sal gruesa por la superficie de la paellera o caldero. Comenzaremos a dar fuego fuerte durante los dos primeros minutos de cocción.

 

Pasados los dos primeros minutos a fuego fuerte, bajaremos la potencia  a fuego medio (sobre 6 ó 7) y calcularemos 18 minutos. En todo este tiempo no tocaremos ni daremos vueltas al arroz. Cuando vean que va desapareciendo el caldo, no se asusten, eso es precisamente lo que tiene que pasar.

Una vez pasados los 18 minutos, apagaremos el fuego, retiraremos de la fuente de calor y taparemos el caldero o paellera con tapa o papel de aluminio, según se disponga. Dejaremos reposar durante unos ocho minutos y ya estará listo para llevar a la mesa.

Para mí no hay nada como un buen arroz, sabroso y en su punto para disfrutar de una comida en buena compañía y como llevo dos meses rodeada de los mejores (mi chico y mis hijos) pues que les voy a decir…. ya se darán cuenta de las evidencias en cuanto nos desconfinen.

 

 

 

 

 

 

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