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Màxim, ¿estás ahí?

© Màxim Huerta
© Màxim Huerta

Tu currículum sigo siendo una hoja blanca o amarillenta de cara al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Sigo manteniendo lo que dije el otro día, un Ministerio es algo mú grande para ti. No es justo que Lydia Lozano o Belén Esteban no sean ministras, y tú sí. Más allá de esto, hoy vengo a darte la mano. Apretarte la mano y felicitarte por dimitir voluntariamente. Has sido honrado, leal y consecuente con tu pasado. Te felicito, porque supiste sobrevivir-¿sigues ahí?- a un bombardeo de piedras calientes: ¡meteoritos de veneno y envidias! Escapaste airoso a sabiendas que una jauría hambrienta- y de amarilla dentadura, como dijo el poeta granadino- quiere comerte. Camina, no temas. No mires atrás, que te convertirás en uno de ellos.

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Los mediocres no son escritores II

¿Estos mediocres habrán leído a Borges? ©Vasco Szinetar
¿Estos mediocres habrán leído a Borges? ©Vasco Szinetar

Parece que cualquier periodista tiene el derecho de considerarse a sí mismo escritor. Licenciarse en periodismo y ¡úpa!: doble salto moral sobre la piscina de la literatura. A estas alturas muchos periodistas se han tirado a la piscina (vacía o llena, según mande la santa editorial), otros continúan tomando el sol sobre la piedra dura y uniforme de la fama. Cuando me da el punto me considero García Márquez ( gran periodista sometido a la ideología del tac-tac). Pido un mes de vacaciones a los de la tele o el periódico. Escribo un libro sobre los conejos/conchas/esmeraldas/melocotones que me he metido en la boca, ya soy Marguerite Duras:

 

Me paran por la calle.

 

Me invitan a las grandes embajadas representando la cultura.

 

Me piden consejos amatorios, a sabiendas o no que soy un fracaso en el amor.

 

El periodista es aquel que habla y escribe de todo sin saber de nada. Es el arte de engañar o informar con las palabras, o simplemente engañar como ocurre con el periodismo fake. En España todo el mundo es periodista. Facebook y las redes sociales han dado voz a cualquier bloguero que no escribe ni leer. Todos somos periodistas: opinamos, comentamos, juzgamos, investigamos, sabemos de arte y política, nuestra opinión vale tanto y más que la del señor que se ha formado. En resumen, todos somos periodistas en este país hasta que se demuestre lo contrario.

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Los mediocres no son escritores

Unos salvan libros, y otros pasan de ellos
Unos salvan libros, y otros pasan de ellos

Los escritores de mi generación son profetas. Tienen un séquito de palmeros (y palmeras putrefactas), que les escuchan hablar en nombre de la Divina Providencia, o lo que es lo mismo en nombre de la literatura sin conocerla. No conocen las sagradas escrituras, dicen que son un tostón. Otros dicen que no tienen tiempo.

Otros dicen que los clásicos están pasados de moda.

Otros se pelean con uno.

Otros siguen leyéndose a sí mismos.

Otros muchos se pelean con su mediocridad.

La literatura está en la UVI, como dijo Savater. Ser escritor, he aquí una definición para los descarados que se las dan de escritores, es recorrer mil universos, es leer e intentar entender a miles y miles de autores. La cosa literaria en Canarias está malita. Por eso estamos a la cola de la cola de las literaturas de provincia, hoy. Ponte buena, cariño.