¡Somos de primera, señores!
Somos una región ultraperiférica, eso quiere decir que estamos en el centro del mundo, si me apuras estamos en un espacio metafísico de mar y salitre. Es bello, duro ser y existir en Canarias, es un paraíso humanamente. Somos gente grande, tolerante y cosmopolita. Somos canarios, una identidad que huele a sal y gofio recién molido. La afición del U.D. Las Palmas ha demostrado su grandeza, ir al hospital y compartir la alegría con quienes están sin estar: es bello, es humano, es canario. Ser canario es humanismo, es humanidad, es humildad, es genialidad; es la grandeza de estar fuera del núcleo del mundo, pero ser tan importante como cualquier potencia del G7. Canarias es una espacio humanamente inconfundible, con muchas luces y las que nos quedan por ver en el fútbol. Estar en primera división supone un chute de autoestima, de estar, de existir, de ser en el mundo. Somos para nosotros mismo, pero ahora somos algo (algo grande, mi niño) para el otro, para los otros, para el fútbol.
Es doblemente admirable la labor hercúlea de Las Palmas: llegar a primera sin los medios, ni el presupuesto de los grandes equipos. Llegar a Ítaca, poco a poco. Llegar con la bendición del Atlántico, de la virgen del Pino y de todo un pueblo, repartido por el mundo, que grita con lágrimas de alegría en los ojos: “Pío, pío”.
Grandes.