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Carmen Flores: un nombre propio

 

 

 

Lola por aquí, Lola por allá. Todo el mundo está con Lola Flores en la boca, en la cama mientras ve su documental, en la ducha. Es justo que Lola esté en todos los lados, que sea elevada a la categoría de diosa omnipresente. Pero, no es lógico que nos olvidemos de Carmen Flores; una de las grandes. Carmen es algo más que la hermana de una gran artista, Carmen es y nunca podrá dejar de ser. Ojalá esta España feminista y avanzada sepa la labor que hizo Carmen: cantar para sacar a sus cuatro hijos adelante; siempre con la ayuda de Lola, todo sea dicho. Pero, más allá de las circunstancias de cada artista o el temperamento que vende y mucho; quiero hablar de arte. De ese arte, del enclace video que adjunto junto a este texto. Hablar de Carmen, como una de las dignas heredas de la tradición coplística. Qué tema, qué poesía, qué verso, qué queer style, qué manos tan bien acompañadas por esa voz rota. Carmen es tantas cosas que me ahoga decirlas todas a la vez. Si la voz de Carmen tuviera un nombre sería de cal y mirto, amapolas en las hierbas finas, de compás y duende, mucho duende como dice mi buen amigo.

 

Ahora bien, ¿por qué Carmen no llegó a mucho en España? Son varias las razones, por supuesto: por ser la hermana de Lola Flores (o hija como dicen las malas lenguas, muy malas); y desde luego porque a Carmen le tocó vivir en un contexto donde la copla se vendió a la prensa amarilla, rosa y a los billetes verdes de mil pesetas. Lola Flores es artista y personaje (no lo escribo de forma peyorativa), mientras que Carmen sólo fue artista y humana: no se llegó a convertir en un personaje, porque Lola interesaba mucho más (interesar más a la prensa, también quiere decir que recibió más palos; mejor dicho, recibía palos y mazazos por cada uno de los Flores).

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Carta a Josefina de la Torre

 

Josefina de la Torre, años 20. Copyright Biblioteca Nacional de España.
Josefina de la Torre, años 20. Copyright Biblioteca Nacional de España.

 

Estimada Josefina: El tiempo nos ha enseñado, a vos y a mí, que todo se encuentra. Hasta uno a sí mismo; uno con los otros, uno con el mundo y uno con la nada, porque al fin y al cabo somos una nada que se perpetúa en hijos y nietos. Rondabas por las sordas paredes sin saber que eras fruto, fruto bello que da sombra a miles y miles de estudiantes que se han replanteado la maternidad por tu poesía. Todos ellos somos tus hijos. Considera a cada uno de los lectores que han pasado por las sábanas de tus páginas como hijos tuyos. Permíteme el halago, quizás la osadía: eres maravillosa, una mujer que cantó bailó y se lo pasó bien en una época donde ser feliz no estaba de moda. Duele querer dar frutos y no poder, pero la adopción es la solución: dar fruta a quien no la tiene, dar una mejor vida, un cariño inmenso y tener un hijo de la vida. Ese niño ha sido parido por la vida, pero usted podría ser  su madre. Te digo otra cosa, algunas veces es mejor no tener hijos a tenerlos. Son muy pesados y otros acaban con la tierra, la esencia y la armonía de quien los cría.

 

Un beso,

Sikabi.

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¡Abajo la poesía!

 

    Taburete, ¿dónde se sienta la poesía?Taburete, ¿dónde se sienta la poesía?

 

Lo siento, no puedo ir en contra de mi naturaleza. Acabo de llegar a casa. Son las 6:17. Me preparo y escribo, después de releer y subrayar la entrevista que le hizo La Provincia a Rafael-José Díaz. Una entrevista espléndida con titulares polémicos, preguntas inteligentes, respuestas sapientísimas. Vamos, una entrevista genial y absolutamente comercial. ¿Cuál es mi sorpresa? En la contraportada no pusieron esta entrevista que dignifica la escena cultural canaria: no, no pusieron a Don Rafael sino quisieron (o quiso) poner a un friki que anima a sus fans a quitarse la mascarilla, el hijo de Bárcenas, Guillermo Bárcenas. Guillermo es un chico valiente, un poco ignorante, ha sufrido bastante con el tema de papá. Pero, no merece estar en la contraportada del periódico. Él no: ni desde el punto de vista comercial, ni intelectual. Dijo algo sobre su comentario “ni una puta mascarilla”, promocionó su rollo pseudomusical y no quiso hablar de papá (lo entiendo). Sigo sin entender que esto pase. Escandaloso, pero en la cultura y en la intelectualidad canaria todo es quedar bien. Lo siento, hoy no. Los uno ochenta euros del periódico que he pagado me legitiman, para criticar lo que crea conveniente y catalogar de escandaloso el espacio dado a un músico sin poesía; escondiendo la poesía entre las páginas del periódico. Es una metáfora de nuestra escena poética: escondemos a los poetas, para dar voz a los nuevos profetas: los influencer. No se equivoca Rafael-José Díaz, cuando habla de una parapoesía: «palabras banales escritas con mucha sencillez para llegar al mayor público posible y vender cuantos más libros, mejor».