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Antonio Gala ha muerto

 

 

 

Se ha muerto una España que nunca volverá, es ceniza: polvo enamorado, querido Antonio, para quienes te han leído, te han escuchado en esas noches míticas con Jesús. España se va quedando huérfana de sus hijos e hijas, para perpetuarse en sus nietos: ley de vida, qué vamos a hacer. Hace tiempo que Antonio no estaba entre nosotros, recluido en su convento; rodeado de sus jóvenes talentos. Vivió de día y de noche y en los verdes campos del edén y entre dos y tres y entre La Palma y Madrid y Córdoba y el mundo y… Esa fue tu vida, una conjunción sin fin: ¿y? Siempre expectante a lo que pudo pasar y pasa, porque eso sí: siempre has sido un hombre de pasado y presente, nunca le has tenido respeto al futuro, ni a la posteridad. Eso es una bobada, vivir en el futuro es creer en el sexo de los ángeles, es nada. Lo fuiste todo en una España, y en un Madriz que teñiste con teatro del bueno, deseo y mística. Fuiste un místico que se dejaba ver en los bares y conventos, un místico agarrado del brazo a una Concha Velasco teresiana.

 

El hombre libre que no creyó en la guerra: ¡No a la guerra! Fuiste un puro presente, un escritor de raza: un hijo de puta maravilloso que tiene un rincón en mi corazón, un crítico y un quejica que hoy, con mucha probabilidad, estará discutiendo con Caronte en su caminito a la eternidad, mientras se burla de la vida. Pronto estarás con la condesa de Romanones, tu gran amiga, y muy pronto estaremos todos contigo porque uno viene a eso: a irse, pero no sin antes bailar o ver bailar. Antonio, tu grandeza está en tu pluma de escritor; aun más grande fue tu plumero, tu labor social, tu existencia enfrente de una pantalla, tu forma de amar libremente sin pedirle perdón, ni permiso a naide. Gracias por enseñarnos a amar, Antonio. Tres besos al aire, quizás cinco por tu quintaesencia.

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Andrea Abreu y Mariem El Mehdati: literaturas monótonas

 

Andrea Abreu y Mariem El Mehdati parecen un solo ente, ambas comparten las mismas causas e incluso el estilo a la hora de escribir es muy parecido: en la sintaxis, en las pausas, en los adjetivos y en las pocas oraciones subordinadas que han hecho. Su estilo es de ir en contra del turismo, hablar y escribir: a ver quién llena la nevera a las personas-casi toda Canarias- que vivimos del turismo. En este video analizo a estas dos autoras, secuestradas por cada uno de sus respectivos libros. Llevo años escuchando el mismo rollo sobre sus nivolas, qué caminen: qué escriban y no vivan toda la vida de un solo y monótono libro, aburre y produce ansiedad. De momento ansiedad.

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Conecta el cargador democrático

 

 

 

Miguel de Unamuno, el primer nudista de Fuerteventura, no se equivocó cuando afirmó que el nacionalismo se cura viajando. A ese nacionalismo le podríamos añadir el patriotismo, el patriotismo mal entendido que no deja de ser una de las muchas formas que tiene el leviatán del racismo y la xenofobia para camuflarse entre las buenas gentes. Con esta afirmación no quiero decir que el nacionalismo como concepto e ideología sea algo que incita al salvajismo absurdo del racismo, no: qué Dios me libre de afirmar tales cosas, porque no todos los nacionalismos son iguales. Creo que el nacionalismo local, regional, autonómico de un territorio determinado no funciona de la misma manera que a nivel estatal; el nacionalismo pequeño es un mecanismo de defensa sobre algunas políticas estatales: donde el grande se come al pequeño- concepto acuñado por Herbert Spencer y retomado por Charles Darwin-. El peligro tiene un nombre: el nacionalismo estatal, el nacionalismo supranacional donde se le hace creer a un pobre obrero que su estado y/o identidad es superior a la de los otros; está desaprovechada o mal aprovecha. Es el mismo discurso que algunos partidos políticos han adoptado: todo lo que sea diferente debe ser aislado, analizado, analizado otra vez y finalmente condenado al ostracismo. Por fortuna y alegría de la libertad existe otra señora muy elegante llamada democracia, existe la democracia que va en contra de los extremos y los odios. Acaso ese hombre falangista-salafista que va en contra de las minorías débiles habrá viajado; habrá visto mundo más allá de alguna reunión en Londres o Berlín con el exilio iraní; habrá trabajado fuera de su zona de confort: fuera de su campo y sus vacas; habrá visto una puesta de sol sin quejarse, sin llenarse de odio porque a dos metros paseaba un asiático (este es otro elemento del nacionalismo estatal, es decir del falangismo-salafista: negar al otro, el otro no puede ser mejor que yo. Yo soy Felipe II, afirma el Barbas).

 

No hay mayor cura para el nacionalísimo que irse al extranjero a trabajar, salir de España; salir del nido; salir de la zona de poder y confort. Vivir, sobrevivir y querer al otro como a uno mismo sin esas etiquetas primitivas que lo único que hacen es avergonzarnos ante la comunidad internacional. Conecta, amigo que debes cambiar, el cargador colorido de la democracia y vive: vive y deja vivir en libertad; relájate y deja de creerte emperador de España.