Una de las meriendas más populares a lo largo de los años, son y seguirán siendo las magdalenas.
No creo que exista un dulce más característico que alegre un vaso de leche y por supuesto y por encima de todo, una buena magdalena no es, ni lo será nunca, un cup-cake ni un muffins.
Yo era intolerante a la lactosa, pero me encantaba prepararlas para que otros las disfrutaran. Me encantaba sentir como me concentraba para medir las cantidades exactas que requiere siempre la repostería. Yo solía estar en babia y hacer magdalenas era como un auténtico ejercicio de superación para mí misma. Puro crecimiento personal con el que me trabajaba la concentración.
Después batir, que dicho sea de paso, a los cinco minutos ya iba en busca de algún adulto que terminara de rematar la faena, porque mis bíceps no daban más de sí.
Rallar el limón, para quedarme oliendo mis manos toda la tarde, porque siempre he sido una chiflada de los aromas cítricos.
Verter en los moldes, que por aquel entonces no eran de colores ni con decorados especiales, eran blancos, pero recuerdo que las primeras tandas que preparé las hacía en unos de hojalata que o los engrasaba a conciencia o te tenías que comer la magdalena a cucharadas.
Y hornear y observar el milagro mientras crecían e imaginarme el sabor con los aromas que se desprendían. Poner atención y cuidado en cada paso para que no perdieran cuerpo y llevárselas a mis hermanas para que las probaran y las disfrutaban, porque yo, viéndolas a ellas, ya me daba por merendada.
Ingredientes para unas perfectas magdalenas caseras:
- 95 ml. de aceite de oliva suave.
- 95 ml. de aceite de girasol.
- 60 ml. de leche entera.
- La ralladura de un limón, sin parte blanca.
- 210 gr. de harina de trigo.
- 10 gr. de levadura (un sobre de polvos Royal)
- Tres huevos.
- 175 de azúcar blanca.
- Azúcar glas para decorar (opcional)

Cómo hacer magdalenas caseras:
1.Comenzaremos vertiendo en una jarra, el aceite de oliva y el aceite de girasol.
2. Verteremos la leche en los aceites.

3. Añadimos a la jarra la ralladura de limón.

4. Batiremos con varilla manual, hasta integrarlo todo. Reservamos la mezcla en la jarra hasta el momento de volver a utilizarla.
5. En un recipiente aparte y que esté bien seco, mezclaremos la harina y la levadura. Reservamos.

6. En otro recipiente ancho y con buen fondo, cascaremos los tres huevos enteros.

7. Añadiremos el azúcar a los huevos.

8. Con varillas eléctricas, comenzaremos a batir a máxima potencia hasta que la mezcla blanquee y se vuelva untuosa.
9. Una vez conseguido el punto, iremos vertiendo la mezcla que teníamos reservada de aceite, leche y limón y lo haremos muy despacio y dejando que caiga en hilo, mientras batimos con las varillas con potencia media.

10. Una vez vertida, comenzaremos a añadir la mezcla de harina y levadura, pasándola previamente por un tamizador.

11. Volveremos a subir la potencia de las varillas al máximo, dado que la mezcla, se irá volviendo densa a medida que vayamos batiendo.
12. En una bandeja apta para horno, iremos disponiendo los moldes de las magdalenas.
Si utilizamos los moldes de papel, no será necesario engrasarlos previamente pero, si por contrario utilizamos moldes de silicona o de acero, deberemos engrasarlos con mantequilla.

13. Iremos vertiendo la mezcla en los moldes, hasta la mitad de su capacidad.
Como el resultado de la mezcla es algo denso, las cucharas de servir helado, son ideales para rellenar los moldes.

14. Taparemos la bandeja y la dejaremos reposar en la nevera, como mínimo 8 horas.
Esto es esencial para que en el momento de hornear, las magdalenas crezcan firmes sin torcerse.
15. Cuando las vayamos a hornear, precalentaremos el horno a 210º durante unos diez minutos.
Pasados los 10 minutos, introduciremos las magdalenas en el horno y calcularemos 14 minutos y mientras tanto, irán viendo cómo crecen. Hipnotizan y entretienen.
Pueden espolvorearles azúcar glas, una vez ya estén atemperadas.

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