Mi chico y yo, somos adictos a las ensaladas. Nos gustan todo el año pero las saboreamos el doble cuando llega el verano. Un juego recurrente en la cocina es probar con ingredientes diferentes hasta dar con el equilibrio de sabores y conseguir una ensalada deliciosa.
El juego empieza buscando en la despensa y en la nevera, mezclando, probando, desechando y volviendo a probar. Entre tanto vamos escribiendo lo que hemos ido poniendo, porque se nos olvida, no somos profesionales de la alquimia, así que pasado un buen rato, la pizarrita de la cocina se habrá ido llenado de recortes de papel, con tachones y círculos destacados. Cuando la noche se va cerrando nos vamos apurando, nos servimos un chatito de vino, salimos a la terraza, hablamos de esto y de aquello y ponemos nombre a la combinación de elementos que nos ha refrescado la noche de verano. Esta es la última fórmula pero sin lugar a dudas, la notita se quedará en nuestra pizarrita el resto del año porque está súper buena.
INGREDIENTES:
- Dos manojos de rúcula.
- 200 gr. de melón.
- Una cebolla morada pequeña.
- 15o gr. de queso feta.
- Aceite de oliva virgen.
- Vinagre de manzana.
- Sal gruesa.
ELABORACIÓN:
Lavaremos y secaremos bien la rúcula y la cortaremos toscamente. La dispondremos en la fuente en que vayamos a servirla. Haremos lo mismo con el melón, cortándolo en trozos tamaño bocado.
Sobre ambos ingredientes, dispondremos el queso feta cortado en cuadraditos.
Incorporaremos la cebolla, también cortada en cuadraditos muy pequeños.
Aliñaremos comenzando con el aceite de oliva virgen.
Rociaremos seguidamente con el vinagre de manzana.
Y por ultimo daremos un toque de sal gruesa, mejor si es en escamas.
Que buena pinta tiene, la haré.
Ya me contarás!!!! Mil gracias por tu comentario!