2777
El lenguaje que utilizamos, despiertos ante el mundo o dormidos, nos crea y nos modifica de una manera sorprendente. En este contexto, siempre se pasea algún pícaro pretencioso- y de mala fe- que conspira en contra de la libertad y el criterio de todos aquellos que utilizan el lenguaje. El pícaro tiene mil nombres, pero se concentra, según le convenga, en dos o tres cavernas. Hace amistad con unos y otros. El pícaro, o el anticristo lingüístico, se mueve por ideologías. Sí, hoy el lenguaje está esclavizado por la ideología. ¿Esclavizado? No, está a cuatro patas y con su celulítico trasero abierto ante un ejército de cactus y tabaibas. Pasa de todo, se mueve por el deseo y el alcohol de la ideología. No respeta el lenguaje ni la libertad, porque el pícaro cuando segrega en géneros a las palabras que armonizan (¡y unifican!) está corrompiendo el lenguaje. La palabra lenguaje, antes del 2777, seguro, tendrá su equivalente en femenino si al ideólogo de turno le interesa hacer un cambio de género. Lenguaje y lenguaja, dirán los veinteañeros que se las dan de libres (y libras).
No todas las personas que cambian el género de las palabras lo hacen con mala fe, sino porque se niegan al monopolio lingüístico de un género sobre otro. Estoy con ustedes. De la misma manera, que estoy de acuerdo con mi amigo Pedro de Pablo cuando argumenta que las mujeres, históricamente, han estado más sometidas; sin voz. Hemos sido el segundo sexo, como dijo la Beauvoir . Las mujeres no han participado en la creación del lenguaje. Los hombres han creado el lenguaje. Derrida lo llamó falogocentrismo: los hombres han creado el lenguaje. Pero, ahora cuando en este texto se emplea un masculino se hace englobando a mujeres y hombres; sin discriminar al género femenino. ¿Por qué debe decirse «bienvenidas»? Si las mujeres y los hombres están dentro de esa invitación (¡bienvenidos!). La cuestión va más allá. Quieren segregar, apartar, arrinconar, etiquetar y enfrentar a la gente en debates tristes y huecos.
En el 2777, y muchísimo antes, todas las palabras en español tendrás su doble vertiente. Los adverbios, determinantes, verbos y cada unas de las categorías gramaticales estarán etiquetadas por su femenino, masculino e incluso- si me apuras- a un tercer o cuarto género.