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Vergüenza quiere decir pudor, no falta de dignidad; probablemente porque el acto más digno es escribir, reescribir y que ese texto vea la luz. Qué haya gritos, quejas, insultos, alegrías y sonrisas como en un parto. Quise personificar este texto en un personaje de ficción, pero no puedo; la verdad me puede como siempre. Me he dado cuenta de que no me gusta armar quilombo con lo que escribo; me gusta escribir y compartirlo con mis amigos; me gusta provocar y que el otro piense, pero no a lo grande; me gusta ser yo mismo, escribir algo chiquitito y publicarlo en alguna revista y/o un periódico. Quizás con los años he ido buscando escribir desde fuera del núcleo, desde los arrabales de la literatura. Últimamente estoy viendo cosas pornográficas en la literatura: escritores esclavos de la publicidad de su propio libro; gentes que escriben sin ganas de escribir; pesadas y pesados ensimismados en un libro: ¿no puedes escribir más? Escriben, o les escriben cosas, ideas: muñecos movidos por los quince minutos de fama warholiana que da la literatura. Enseñan y publicitan su libro como quien enseña y publica su hernia en medio de la calle. En fin, esclavos de la publicidad y la mentira.

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Magistri Opus ( el trabajo del maestro)

 

Encontrarse a un profesor vocacional es tarea difícil, en esta era de posverdades y posgrados; es un crisantemo en medio de un jardín de amapolas. Sin duda en las universidades españolas hay buenos profesores, y otros muy malos: enemigos del alumno, sin ninguna noción de pedagogía o humanismo, sin vocación alguna. Es necesaria la vocación para el docente; carecer de la misma es como ver una película desagradable y disimular el mal rato, y eso no es sano. El buen docente es feliz enseñando, se le da bien comunicar, enseñar y conoce la grandeza de su labor: instruir a un alumno, en cualquier materia del saber humano, es construir- o destruir- el futuro del mismo. Este es el caso del profesor Amado Quintana Afonso que construye alumnos para la virtud; para la integridad; el amor incondicional al Derecho; se preocupa por motivar a los alumnos. Sus clases son un aula viva, apasionada, locuaz, divertida. Ha hecho de la asignatura de Derecho Canónico; una de las piedras angulares de la carrera de Ciencias Jurídicas, donde el alumno aprende a debatir y pensar por sí mismo; y por supuesto a adquirir unos conocimientos básicos para que un jurista pueda considerarse mínimamente culto en materia histórica y filosófica.

La dialéctica socrática que hemos adquirido con el profesor no tiene precio, y por ello ahí va mi agradecimiento por tener la fortuna de ser formado por un docente; por un ser humano con una entrega total y absoluta- casi de fe- al Derecho y a sus alumnos. Es un grande, y como no siempre hay que decir las cosas malas de los profesores; hoy va este artículo sobre uno de los crisantemos de nuestra Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es un profesor en mayúsculas, que se dedica a formar a las generaciones venideras; hace que las vidas de los que hemos pasado por sus clases no sean estériles, sino útiles- dejar poso, ser felices, estudiar e integrar la alegría en el camino-; iluminarnos con la iluminaria de la fe y el amor a la justicia, el conocimiento y la plenitud de la libertad.

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Carmen Flores: un nombre propio

 

 

 

Lola por aquí, Lola por allá. Todo el mundo está con Lola Flores en la boca, en la cama mientras ve su documental, en la ducha. Es justo que Lola esté en todos los lados, que sea elevada a la categoría de diosa omnipresente. Pero, no es lógico que nos olvidemos de Carmen Flores; una de las grandes. Carmen es algo más que la hermana de una gran artista, Carmen es y nunca podrá dejar de ser. Ojalá esta España feminista y avanzada sepa la labor que hizo Carmen: cantar para sacar a sus cuatro hijos adelante; siempre con la ayuda de Lola, todo sea dicho. Pero, más allá de las circunstancias de cada artista o el temperamento que vende y mucho; quiero hablar de arte. De ese arte, del enclace video que adjunto junto a este texto. Hablar de Carmen, como una de las dignas heredas de la tradición coplística. Qué tema, qué poesía, qué verso, qué queer style, qué manos tan bien acompañadas por esa voz rota. Carmen es tantas cosas que me ahoga decirlas todas a la vez. Si la voz de Carmen tuviera un nombre sería de cal y mirto, amapolas en las hierbas finas, de compás y duende, mucho duende como dice mi buen amigo.

 

Ahora bien, ¿por qué Carmen no llegó a mucho en España? Son varias las razones, por supuesto: por ser la hermana de Lola Flores (o hija como dicen las malas lenguas, muy malas); y desde luego porque a Carmen le tocó vivir en un contexto donde la copla se vendió a la prensa amarilla, rosa y a los billetes verdes de mil pesetas. Lola Flores es artista y personaje (no lo escribo de forma peyorativa), mientras que Carmen sólo fue artista y humana: no se llegó a convertir en un personaje, porque Lola interesaba mucho más (interesar más a la prensa, también quiere decir que recibió más palos; mejor dicho, recibía palos y mazazos por cada uno de los Flores).