Lola por aquí, Lola por allá. Todo el mundo está con Lola Flores en la boca, en la cama mientras ve su documental, en la ducha. Es justo que Lola esté en todos los lados, que sea elevada a la categoría de diosa omnipresente. Pero, no es lógico que nos olvidemos de Carmen Flores; una de las grandes. Carmen es algo más que la hermana de una gran artista, Carmen es y nunca podrá dejar de ser. Ojalá esta España feminista y avanzada sepa la labor que hizo Carmen: cantar para sacar a sus cuatro hijos adelante; siempre con la ayuda de Lola, todo sea dicho. Pero, más allá de las circunstancias de cada artista o el temperamento que vende y mucho; quiero hablar de arte. De ese arte, del enclace video que adjunto junto a este texto. Hablar de Carmen, como una de las dignas heredas de la tradición coplística. Qué tema, qué poesía, qué verso, qué queer style, qué manos tan bien acompañadas por esa voz rota. Carmen es tantas cosas que me ahoga decirlas todas a la vez. Si la voz de Carmen tuviera un nombre sería de cal y mirto, amapolas en las hierbas finas, de compás y duende, mucho duende como dice mi buen amigo.
Ahora bien, ¿por qué Carmen no llegó a mucho en España? Son varias las razones, por supuesto: por ser la hermana de Lola Flores (o hija como dicen las malas lenguas, muy malas); y desde luego porque a Carmen le tocó vivir en un contexto donde la copla se vendió a la prensa amarilla, rosa y a los billetes verdes de mil pesetas. Lola Flores es artista y personaje (no lo escribo de forma peyorativa), mientras que Carmen sólo fue artista y humana: no se llegó a convertir en un personaje, porque Lola interesaba mucho más (interesar más a la prensa, también quiere decir que recibió más palos; mejor dicho, recibía palos y mazazos por cada uno de los Flores).
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