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La biblioteca de Sherezade

Abrir el oído a las voces, a las amadas voces ideales; recorrer este paraíso tenue en el que dialoga la igualdad con la tiranía: el despotismo con la literatura, literatura muy sabrosa siempre expandida sobre estas paredes que me permiten leer como jurista y despojarme de toda vanidad. Tomar la palabra del poeta, y analizar mil textos jurídicos en los que lo penal se vuelve civilista ante la mirada sapientísima de Avicena. El espacio es una luz suave, una ciencia suave penetrando en la retina del intelecto. El mío. El suyo. El intelecto de todo hombre que cruza el umbral de esta biblioteca, el universo fraternal en el descansas, en el que se ama la poesía de la literatura, analizando las sentencias de Shahrayar: el nuevo Shahrayar: cálamo para la prosperidad de los libros.

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Misericordia

La novia salió de la iglesia corriendo. Renunciando a la cruz, a la luna y a todos los astros. Corrió llorando. Te mardigo mala, gritó mi padre a esa novia que soy yo. Renuncié al sol de los cielos y a los dineros de este mundo, por tomar un libro debajo del cielo de Dios. El mismo que está en compra y venta por unos ninfómano que pasaron su juventud follando en la oscuridad de una calabaza, una sandía con agujero, un video ahogado por treinta minutos que pasan en dos minutos. Los malos expulsan su eucaristía creyéndose que un hijo es un polvo.

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Azufre

Mueve las dos patas por la noche animal. Camina guiado por las piernas y la conciencia de un vagabundo que busca patos en la noche. Busca, no encuentra. Analiza el rostro de una mosca que vuela entre la luz tenue de una farola socialdemócrata y el honorable corazón de los amigos. Amigos de la vida. Amigos de conversación. Amigos, algunos perpetuados en el tiempo; otros eternos o efímeros como un sorbo de zumo de naranja frío con sabor a naranjas pasadas. Naranjas bendecidas por las moscas.