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¡Nacionalismo!

"¿El abrazo del alma?", Mundial del 78 ©Osvaldo Alfieri
«¿El abrazo del alma?», Mundial del 78 ©Osvaldo Alfieri

 

 

A millones de ciudadanos del mundo se les marcan las venas. Están nerviosos. Harían cualquier cosa con tal de que ganara su nación en esta Copa Mundial de Fútbol. Antes de entrar en materia, me declaro amante y esclavo de ese arte y ese sapientísimo- no siempre- universo de estrategias que es el fútbol. Quizás, el macrofútbol me aburre y me asfixia por los comentarios huecos y los tontos útiles.

¿Qué fútbol no me gusta?

 

No me interesan los acuerdos entre los jugadores o los equipos de fútbol cuando de vender goles o fracasos se trata.

 

No me interesa el nacionalismo en el césped.

 

No me gusta el odio en los bares, balcones y/o ataques de histeria. 

 

Este Mundial separa. No existe un sentimiento de fraternidad u ocio fraternal entre los equipos. Eso no existe, en este mundial. La receta para disfrutar de este Mundial es liberar todos los adjetivos «contra el negro y el moro y el diferente: todos ellos son gilipollas, yo no». Siempre he defendido la industria del espectáculo, por muchas razones. Una de ellas es porque no todo el mundo está dispuesto a disfrutar de su tiempo libre con una obra de Becket o una lectura de la Odisea. El entretenimiento puede ser tonto y hueco, pero siempre debe ser sano. Puede rozar lo enfermo, o pisarlo pero el fin del fútbol o cualquier entretenimiento debe ser la salud. 

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Màxim, ¿estás ahí?

© Màxim Huerta
© Màxim Huerta

Tu currículum sigo siendo una hoja blanca o amarillenta de cara al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Sigo manteniendo lo que dije el otro día, un Ministerio es algo mú grande para ti. No es justo que Lydia Lozano o Belén Esteban no sean ministras, y tú sí. Más allá de esto, hoy vengo a darte la mano. Apretarte la mano y felicitarte por dimitir voluntariamente. Has sido honrado, leal y consecuente con tu pasado. Te felicito, porque supiste sobrevivir-¿sigues ahí?- a un bombardeo de piedras calientes: ¡meteoritos de veneno y envidias! Escapaste airoso a sabiendas que una jauría hambrienta- y de amarilla dentadura, como dijo el poeta granadino- quiere comerte. Camina, no temas. No mires atrás, que te convertirás en uno de ellos.

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Belen Esteban, nueva ministra de Cultura y Deportes

©Màxim Huerta
©Màxim Huerta

«Estamos frente a un pelotón de pistacho. Alguien se para en seco. Comienza a esnifar pistacho. Se ahoga y lo nombran ministro socialista», este es el resumen curricular de Màxim Huerta. Un valenciano que presentó durante unos años los informativos del Canal Nou (caído en desgracia, D.E.P.) y, posteriormente, el destino (…) lo puso frente a los informativos de Telecinco. Los años pasan. Le sigue gustando la tele. Comienza su andadura, en la ermita-plató de Santa Ana matutina. La misma santa que acabaría expulsando a Màxim, ¡a la calle! Pero, antes escenificaron un baile juntos (bailar pegados es bailar/ igual que baila el mar). Un baile. Una reconciliación con la princesa de las mañanas. Un ministerio y una polémica. Polémica es la mano que le ha escrito el currículum a nuestro ministro (qué bien suena, eh, señor ministro); esa mano de polémicas y verborreas matutinas que hablan sin hablar y que desembocaron en su esnobismo ministerial. Ministros de esta teledemocracia, que no han dado palo al agua (e indispuestos a hacer deporte, qué sano cariño…). Siempre han leído el teleprónter. Está bien verlos rellenando las horas de las jubiladas, de los que juegan al cinquillo en el Parque Santa Catalina, de las gentes que desean escuchar gritos o movidas televisivas. Pero, puestos a elegir prefiero a Belén Esteban. Nos ofrecerá más titulares. Se negará a saludar al rey, se rascará las axilas en rueda de prensa, gritará (¡bien fuerte, guapaaa!) en el Congreso de los Diputados. Belen será mejor ministra que Màxim. Pero, Belén robará con su estilo directo y trash más votos.