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Escribir: ¡vaya verbo, bro!

 

Me cuesta escribir cuando dejo de escribir, es volver a poner en marcha una maquinaria oxidada. Cada día sin escribir es un siglo de aburrimiento y diversión, ansiedad y calma. Tengo una relación extraña con la literatura, a más pienso en quien me lea: menos escribo, más desgana siento. Escribir para mí, por otro lado, era algo liberador cuando era un niño o adolescente de bibliotecas y playas; pero ahora que soy un hombre libre y con pasta escribo porque sé que tengo que escribir. Juancho acertó cuando dijo que la literatura/inspiración te abandona, más, cuando la abandonas. Uno se aleja tres días de su cama, ella te borra de su lista de follamigos. Retomar el contacto con la literatura es difícil, y casarte con ella es un suplicio: flores, follar a todas horas, mimarla y así cualquier cosa. Ella es así, es darle todo a cambio de su amor: seguir escribiendo.

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Literatura contra la violencia intragénero: 12+1 Visibilizando lo invisible

 

 

 

 

 

Visibilizando lo invisible es un libro necesario. Podría definirse con mil adjetivos, pero sin duda la piedra angular de todos ellos es: dual.

 

Es una obra muy bien estructurada: empieza definiendo la violencia intragénero, un término tan novedoso que Word lo considera una falta de ortografía; confundiéndolo con la violencia de género. La violencia de género existe y sale todos los días en los medios de comunicación, por desgracia, pero en qué rincón hemos olvidado a las víctimas de la violencia intragénero. A los muchos gays, lesbianas y personas maravillosas LGTBI que sufren (con música y sin música) por el maltrato psicológico que sufren por parte de sus parejas.

 

Sé que ha costado mucho la liberación de las parejas del mismo género; ha costado mucho llegar a este mundo democrático donde se reconoce la unión civil y social entre dos que se aman. Todo es bueno, pero no podemos obviar que esas mismas uniones sufren, lloran, discuten, tienen problemas y por supuesto hay casos de violencia que solo se quedan en violencia doméstica (legalmente hablando). Hay hombres gays que maltratan a sus parejas, hay lesbianas que hacen lo mismo; el maltrato no es un bofetón o “cállate, guarra”. La violencia, también, es no responderte durante meses y hacerte creer que estás loca, que la culpa es tuya, que si él/ella/ello quiere abrir la pareja tú debes ceder. No eres moderno, haces lo que yo te diga o estás fuera de mi mundo. Aceptas ciertas practicas sexuales o no me vales. El colectivo LGTBIQ, o mejor dicho las personas, más allá de este colectivización capciosa, algunas veces, y con buena fe en otras: nos ha llevado a enfocarnos en la luz de la libertad y del arco iris, olvidándonos de la tormenta.

 

Este libro es un poemario que nos enseña y recuerda que existen las tormentas, tormentas violentas que matan corazones y nos destruyen como seres humanos; tormentas que nos hacen temblar, que nos ahogan en lágrima o nos obligan a bañarnos todos los días en una piscina municipal con lágrimas propias y/o del otro. Porque la culpa es tuya, por no ser como los otros. El libro de Jasmina García, presentado, el martes 17 de enero, en el Colegio de Psicólogos de Las Palmas, es una revolución literaria y humana; no entraré en las consideraciones científicas que son muchas, solo quiero hablar del humano, yo, que he leído este libro: revolucionario, sincero; es un manto sanador a la enfermedad del mal amor. No existe el mal amor, existe el amor o el no amor; y la violencia en el mundo arcoíris hay que sacarla a la luz: vive y se reproduce como las ratas en la oscuridad, en las cloacas, en las habitaciones oscuras. Hay tantas cloacas como corazones en el mundo, lamentablemente, salgamos a la luz, hermanas y hermanos y hermanes: la luz de decir no. Más alto: NO. ¡Más alto: NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO a la a violencia. No lloréis, el príncipe azul solo existe en las películas: vosotros, vosotras y vosotres sois reino y príncipes y princesas. Niégate a la amargura, no te desesperes, cariño, ese amor si no te hace feliz y te maltrata como a una mierda: olvídalo. Solía leer un lema cuando pillaba la guagua 91, enfrente del barrio de Las Rehoyas: “Si duele no es amor”. Lean a Jasmina García Velázquez, fuego vivo contra la oscuridad: vela que aromatiza con sus poemas y su buen libro, es un poemario que ayuda y enamora: te enamoras de ti mismo, así, a ciencia cierta, podrás amar en libertad, en pareja o no, a tu libre voluntad, sin dependencia emocional, y ser lo que siempre has querido ser: feliz.

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Umbral y la influencia del cero

 

 

Escribo para buscar adjetivos, el adjetivo es el gran protagonista de la literatura. Protagonista y antagonista a una vida de ficciones o realidades. La necesidad de poner el adjetivo y la cantidad precisa es esencial, el adjetivo es un veneno y como cualquier pócima/veneno debe servirse en la cantidad adecuada. Más es menos y menos siempre está bien, no hay que atreverse a poner muchos adjetivos cuando uno no domina bien el tema que vaya a escribir. Umbral era el rey de los adjetivos en español, tenía una pitillera llena de porros y adjetivos. Esos adjetivos habían nacido de la mentira de vivir, vivir enseña a poner adjetivo y reduce los ceros a su mínimo múltiplo.