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Síndrome de Jerusalén

 

Homer padeciendo el síndrome de Jerusalén. ©Fox
Homer padeciendo el síndrome de Jerusalén. ©Fox

 

No te culpo de mi mal, cantó un gitano bajo la sombra de un olivo. Estoy perdío. He venido a Jerusalén a reconciliarme con Dios, o conmigo mismo o con los otros. Me siento observado. No puedo dejar de cantar. Estoy en la tumba de Cristo. Le acaricio la carita a esa piedra que protege el cuerpo del sabio. Los otros me miran: disimulan, malamente. Me siento mal. Abrazo la piedra perfecta, mientras se forma una sonrisa dorada en la piedra. Es Cristo, sentenció un turista japonés. Esto es un milagro, lo sé: es un mensaje por el que debo predicar la palabra del señor en las playas, en las puertas de las universidades y los institutos: en los burdeles. Allá donde haya mal estaré con mi voz para evangelizar el mundo. Todo debe ser evangelizado. Han pasado diez años. He fundado una religión. Soy el mesías. Cristo fue. Ahora soy yo, en nombre del Padre, del Síndrome de Jerusalén y el Espíritu Santo.

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Filalisis

Dijo un griego que jamás te bañarás en el mismo río dos veces. Las cosas cambian y las relaciones humanas también. Ahora todo es líquido. Todo es frívolo, casi todo es aquítepilloaquítemato, vendo millones a precio de céntimo. L’amour, como cantó la Callas, es un pájaro rebelde… al que hay que explicarle las cosas. El amor es un mentira para el posmodernismo, es un verdad líquida que cualquiera puede transformar en lo que quiera (cada uno interpreta el amor a su manera olvidando la fórmula). Las relaciones humanas están sujetas a la moral, a la personalidad de las gentes, a la ética y a la fórmula mágica de la lealtad. Aquí cada cual hace lo que quiere: todos hablan de sus emociones, de sus derechos, de su corazón; ¿y el corazón del otro? La gente (concepto abstracto que todos utilizan como si no formarán parte de la gente) ya no es leal, no cree en: 1+1 igual a la verdad del 2 como escribió el amante filalisis de Zizek, Alain Badiou. Sin esa ecuación no existe la verdad del dos, ni con el ménage à trois ni con esos poliamores desconfigurados (amar a tres a las vez y que estos se amen entre sí, ¿hasta cuándo, alma de cántaro?).La gente pasa de tó. Está perdía y se cree profeta, ¡qué días más raros! Parece que el amor se alimenta de la venganza y la amistad de la envidia. Óle por ese gitano que escribió estos maravillosos versos:

 

Yo estoy perdía y m’alegro

De verte perdío a ti;

Y otro perdío s’alegra

De verme perdía a mí.

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Carrie Bradshaw II

 

Carrie Bradshaw.©SATC
Carrie Bradshaw.©SATC

Carrie conoce la libertad de Spinoza, una falsa libertad (pero libertad, al fin y al cabo) producida por unos tacones caros que hacen ruido. Un tic-tac carolinaherrense. Una camisa exclusiva de Elie Saab. La falda- Thierry Mugler, of course- creaba una imagen armoniosa con la camisa. La libertad no es tan cara para Carrie. Las personas se sienten libres derrocando al dictador, ganando la lotería o ascendiendo laboralmente. Carrie se conforma con pasear su cuerpo (decorado de marcas) por la Calle 42, mientras los obreros gritan su nombre (lo mismo la llaman Carmen, Lola, Mary o Pitty) y las otras se mueren de envidia. La envidia es un elemento muy importante en la psicología de Carrie Bradshaw. «Si te envidian estás en lo cierto», ha sido su lema de vida.