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2777

¿Hacia dónde va el lenguaje? © Hicham Benohoud
¿Hacia dónde va el lenguaje? © Hicham Benohoud

El lenguaje que utilizamos, despiertos ante el mundo o dormidos, nos crea y nos modifica de una manera sorprendente. En este contexto, siempre se pasea algún pícaro pretencioso- y de mala fe- que conspira en contra de la libertad y el criterio de todos aquellos que utilizan el lenguaje. El pícaro tiene mil nombres, pero se concentra, según le convenga, en dos o tres cavernas. Hace amistad con unos y otros. El pícaro, o el anticristo lingüístico, se mueve por ideologías. Sí, hoy el lenguaje está esclavizado por la ideología. ¿Esclavizado? No, está a cuatro patas y con su celulítico trasero abierto ante un ejército de cactus y tabaibas. Pasa de todo, se mueve por el deseo y el alcohol de la ideología. No respeta el lenguaje ni la libertad, porque el pícaro cuando segrega en géneros a las palabras que armonizan (¡y unifican!) está corrompiendo el lenguaje. La palabra lenguaje, antes del 2777, seguro, tendrá su equivalente en femenino si al ideólogo de turno le interesa hacer un cambio de género. Lenguaje y lenguaja, dirán los veinteañeros que se las dan de libres (y libras).

 

No todas las personas que cambian el género de las palabras lo hacen con mala fe, sino porque se niegan al monopolio lingüístico de un género sobre otro. Estoy con ustedes. De la misma manera, que estoy de acuerdo con mi amigo Pedro de Pablo cuando argumenta que las mujeres, históricamente, han estado más sometidas; sin voz. Hemos sido el segundo sexo, como dijo la Beauvoir . Las mujeres no han participado en la creación del lenguaje. Los hombres han creado el lenguaje. Derrida lo llamó falogocentrismo: los hombres han creado el lenguaje. Pero, ahora cuando en este texto se emplea un masculino se hace englobando a mujeres y hombres; sin discriminar al género femenino. ¿Por qué debe decirse «bienvenidas»? Si las mujeres y los hombres están dentro de esa invitación (¡bienvenidos!). La cuestión va más allá. Quieren segregar, apartar, arrinconar, etiquetar y enfrentar a la gente en debates tristes y huecos.

 

En el 2777, y muchísimo antes, todas las palabras en español tendrás su doble vertiente. Los adverbios, determinantes, verbos y cada unas de las categorías gramaticales estarán etiquetadas por su femenino, masculino e incluso- si me apuras- a un tercer o cuarto género.

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En contra de Habermas

Jürgen Habermas (derecha) junto a Macron. Fotógrafo: Oliver Weiken
Jürgen Habermas (derecha) junto a Macron. Fotógrafo: Oliver Weiken

 

Habermas es el filósofo vivo más importante de Europa, según los académicos del mundillo filosófico.

 

Hace dos o tres lecturas (una lectura equivale a cuatro días) leí el siguiente titular: ¡Por Dios, nada de gobernantes filósofos! Pronunciado por Habermas, desde su refugio en Starnberg, al periódico El País. Sentí vergüenza ajena. Mucha vergüenza, de esa que te deja helado y con las manos temblando. Terminé de leer aquello, y escribí en el papel lo siguiente:

 

«El filósofo es el guardián de la sabiduría. Ama la sabiduría. Es una mujer o un hombre que no se limita a una rama de la filosofía, ni a una cátedra. No se encarcela en una ideología, ni en un color. Es un estudioso y un pensador de la política, las ciencias, las técnicas, los tiempos, las teologías, las civilizaciones; todo lo que se pueda pensar pasa por la conciencia del filósofo. Esto último no se ajusta al personaje entrevistado, no se ajusta a lo que hace Habermas: se limita a un campo- de metafísicas, discursos, hermenéuticas y falsas éticas- y comienza una verborrea de arcadas. Cuando alguien da muchas vueltas: se marea y vomita. Habermas vomitó encima de mí cuando leí aquello. La bilis me quemó la mano izquierda, aunque hace tiempo que no la necesito. Tengo dos derechas»

 

En la entrevista al filósofo alemán-¿heredero de Adorno o Heidegger, eh?-uno se decepciona con la filosofía del siglo XXI. Un filósofo es un tipo que conoce la calle y los centros de poder como el color de sus ojos, ¿por qué no puede gobernar un filósofo? Mire, Habermas. Un filósofo no es un licenciado-o un catedrático- pretencioso que habla por hablar, o escribe plagiando al personal. El filósofo es algo más, es lo más; es el más que nos permite reflexionar, liberarnos como individuos y sociedades.

 

El filósofo no es el loco que se atrinchera dentro de una chaqueta o un bar de color rojo- o azul… ¡vuela!-; es el que se acuesta con Sofía, todas las noches, y no se guía por mesianismos, es esclavo de su filosofía, de sus lecturas, de sus investigaciones objetivas y de su forma consecuente de existir.

 

Déjeme decirle, por otro lado, que usted vive una pasión homofilosófica con Macron, un niño que vive su particular telenovela: memorizó algo de filosofía junto al hombro de Ricoeur. Se enamoró de su profesora FLIM y se convirtió en el presi de Francia, para después ser el amour de Habermas. Ainsi va le monde, habría dicho Zola.

 

A Habermas le preguntaron: ¿Qué papel cree que puede jugar España en la mejora de la construcción europea?
El sabio responde así: España simplemente tiene que respaldar a Macron.

 

Habermas ha demostrado con esta entrevista y en su intervención en la respetable Hertie School of Governance una actitud de tertuliano que publicita una marca de nombre Emmanuel Macron. Habermas con su publicidad y su defensa de la Europa franco alemana, nos viene a decir a los otros europeos que somos cabras. Cabras que deben respaldar a su pastor, que no pueden aportar a la situación europea mientras no apoyen a fulanito.

 

¿Qué es esto? Si usted lo desea, tire como las cabras para el monte. Pero, en Europa no nos movemos así. No somos así. No pensamos así. Creemos en el individuo, en el filósofo, en la libertad de los pueblos europeos y del mundo. En resumen, Macron es para Habermas lo que el tiranosaurio para Rimbaud: estar dentro de él o en contra. 

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¡Estamos en Shabat y Ramadán!

BARBRA STREISAND – AVINU MALKEINU.mp4 (Click aquí. Escúchalo, mientras lees)
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Hoy, estoy en ayunas. Estamos en Ramadán y Shabat. Cien personas han muerto en la tierra de Lezama Lima. A Netanyahu se la han ido las cosas de las manos. Estoy en ayunas. Escribo un poema a mi tierra cubana: ser cubano es una identidad. La identidad que tira a cuestas con el bongó. Han muerto cien hermanos en el paraíso secuestrado por la dinastía. La dinastía caerá en réquiem como dijo Belinda Marsans. A ver qué hacen los sucesores. En la otra punta del mundo discuten sobre Netta Barzilai y su predicador del tiempo moderno: Netanyahu que debe tener educación y empatía. El gobierno de Netanyahu se está comportando como el pesado del patio, que se apropia de la pelota y no quiere compartirla con sus compañeros. Se ha ganado el suspenso del profe. La gran mayoría de la sociedad civil de Israel está por la labor de compartir la pelota:

De convivir.

De amar.

De abrazar.

De romper el ayuno con el palestino.

De dialogar.

Palestina e Israel están condenadas a convivir más allá del odio del pasado. El pasado es una simiente de odio, de egoísmo sembrado en la madera de una mesa imperialista. Muchos judíos y palestinos aman, otros:

Otros apedrean al personal.

Otros no dialogan.

Otros tienen miedo.

Otros no quieren dialogar.

Otro se cierran en la radicalidad sin conocer a Avicena ni Maimónides.