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Rimbaud fue un genio

Arthur Rimbaud. © Ernest Pignon
Arthur Rimbaud. © Ernest Pignon

No existe literatura sin experiencia. A diferencia de las otras artes y ciencias, la literatura necesita de vivencias y experimentar hechos o al menos un hecho intenso. Los grandes escritores crean desde la experiencia. No conozco en toda la historia de las literaturas ni un solo escritor que haya creado de la nada experiencial. Rimbaud fue lo que es, después de ver la luz iniciática del amor y el sexo de Verlaine. Fue un genio pero vivió, no creó su literatura copiando a los que leía. Rimbaud vivió, intentó vivir al menos. En esa misma línea se encuentra Víctor Hugo, el padre de los miserables más bellos de Francia. El maestro fue un genio no por lo que estudió en las diversas ramas del saber humano, sino por lo que vio y vivió mientras existió. Y en la línea de Rimbaud y Hugo está Emily Brontë con su angustia contra el amor, o Vita Sackville por su pasión poética hacia la mujer. Los creadores necesitan vivir, vivir viviendo intensamente (escribió Lucía Martín) para escribir.

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Hermanos

No hay más Dios omnipotente, omnisciente, omnibello, omniamoroso como la mirada de prado holandés de mi amor, el amor sumiso con el que inclino mi cabeza al suelo cinco veces cada uno de los siete días. Inclino la cabeza. Dios se presenta en la escena, pero la conciencia vuela a otro amor. Hacia el demonio. Quizás, porque Dios y el demonio son la misma cosa pero con distinta energía. Nos han contado la historia al revés. Dios es hermano de Satán y Satán es hermano de Dios. Lo supe cuando vi en la puerta del infierno (entre el apartamento de Rimbaud y el de Reinaldo Arenas) a Satán abrazar, con una fuerza sincera, a Dios.

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Es

Lo importante es caminar al filo de la navaja. Sangrar, morir en el intento a pesar de los consejos imbéciles de los mediocres. Un consejo es cuando se pide, y un consejo debe ser cuando un buen amigo te lo ofrece. Estoy caminando al filo de la navaja, en el camino me he encontrado con Ockham. Lo besé en la mano como si fuera el Papa. Hace tiempo que no creo en la iglesia. Creo en Cristo y en San Juan de la Cruz, mis pies son testigo de mi fe: sangran en su camino hacia la luz.