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Vergüenza quiere decir pudor, no falta de dignidad; probablemente porque el acto más digno es escribir, reescribir y que ese texto vea la luz. Qué haya gritos, quejas, insultos, alegrías y sonrisas como en un parto. Quise personificar este texto en un personaje de ficción, pero no puedo; la verdad me puede como siempre. Me he dado cuenta de que no me gusta armar quilombo con lo que escribo; me gusta escribir y compartirlo con mis amigos; me gusta provocar y que el otro piense, pero no a lo grande; me gusta ser yo mismo, escribir algo chiquitito y publicarlo en alguna revista y/o un periódico. Quizás con los años he ido buscando escribir desde fuera del núcleo, desde los arrabales de la literatura. Últimamente estoy viendo cosas pornográficas en la literatura: escritores esclavos de la publicidad de su propio libro; gentes que escriben sin ganas de escribir; pesadas y pesados ensimismados en un libro: ¿no puedes escribir más? Escriben, o les escriben cosas, ideas: muñecos movidos por los quince minutos de fama warholiana que da la literatura. Enseñan y publicitan su libro como quien enseña y publica su hernia en medio de la calle. En fin, esclavos de la publicidad y la mentira.

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El niño de la tienda de telas

 

 

 

Un poeta de finales del siglo XI defendía el poder de las dudas, para conocerse a uno mismo. Casi siempre he defendido las dudas frente a las certezas, pero la única certeza que tengo, en este momento de mi vida, es el acontecimiento histórico, literario, humano y/o explosión de amor y creatividad que ocurrirá con la presentación de Jesús Ibrahim Chamali. Estoy en blanco, quemado por la luz venida de Oriente a Occidente donde a Jesús, Issa, se le hará el reconocimiento justo y perfecto por su libro. Qué libro. No lo he leído, pero he escuchado hablar de él; es como aquel vino que solo pueden beber unos pocos. Es el vino viejo, que fermenta y madura como las grandes obras. Será difícil ir a verte a la Casa de Colón. Ya están todas las entradas online repartidas. Quiero estar, Dios mediante, unas horas antes, para presenciar el bautizo de “El niño de la tienda de telas”; vendrán los dromedarios de Madián, los de Saba traerán oro e inciensos, los taínos traerán a Cristóbal y recitarán alabanzas de Yaya en medio de esa sala, donde Jesús y su libro serán belleza; la belleza de la amistad y la literatura.

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Noel Olivares, el levantador de pesas espirituales

 

«El levantador de pesas espirituales» es el último libro del maestro Noel Olivares. He sido capturado, por el libro, como se cazan a las fieras en alta mar. Me siento sacudido. Sin oxígeno. Sigo con las lágrimas en los ojos. Es la historia poética del eterno buscador; es la historia de todas las mujeres y hombres: el eterno buscador que sufre errante por el mundo; es la historia de la humanidad que va de un lado a otro, de un año a otro, de la juventud a la vejez, de la felicidad a la amargura- o a la inversa-. El último libro de Noel Olivares, publicado por Aurora Boreal, es una lectura necesaria para los amantes de la buena literatura (aquella que permanece en los siglos) y de la adrenalina: los versos zarandean, abrazan, purifican y colorean el alma del lector mientras lo trasladan a su quintaesencia.