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Esta tarde con Hani Naqshabandi

Hani Naqshabandi en la calle capitalina Los balcones.
Hani Naqshabandi en la calle capitalina Los balcones.

Esta tarde de noviembre será testigo, testigo fiel de la construcción de un puente donde se sentarán a conversar el hermano Hani Naqshabandi sobre «Medio ciudadano respetable», una novela donde decir NO está prohibido. Sidi Hani se sentará en el puente de culturas junto al gran humanista Juan Carlos de Sancho. Se elevarán puentes y ríos donde los barcos enseñan su bandera, la bandera universal de la libertad y la literatura mientras Galdós observa la escena desde las ventanas de su casa. A las 19:00, hoy, en la Casa-Museo de Galdós, estar para cruzar el puente hacia el horizonte de la belleza.

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Miradas

La mirada de una feminista con velo es un murciélago en busca de alguna caverna. Hablar, en voz de Nawal Saadawi o la misma Fatima Mernissi, de feminismo y velo es como mezclar agua con aceite; son mezclas incompatibles. Es cierto, que hoy existe una ola de jóvenes de mi edad que defienden un velo libre. Son mujeres jóvenes, formadas en occidente- otras en la cultura occidental- que se definen como feministas y se ponen velo. Esto es una contradicción si me permite la corrección la portadora del murciélago, porque sabe que el velo- hoy por hoy; hoy por hoy, repito- es una política de Estado para silenciar a la otra mitad de la sociedad; y en algunos territorios mahometanos a la gran mayoría de la sociedad formada por mujeres. Tal y como está el panorama, referirse al velo como símbolo de libertad es como si yo volara encima de un murciélago: caería sin apenas subirme al mismo. Si uno analiza los textos coránicos (llámese sura de las mujeres, los comentarios de Al- Bujari o los del místico Algacel) se da cuenta, que el velo fue un fenómeno creado para diferenciar entre las mujeres musulmanas y politeístas de la península arábiga de la época. Además del factor sexual: la mujer como objeto de deseo. Hoy, el velo no tiene una base argumental para defenderse. Las feministas, o las supuestas feministas, no saben lo que dicen cuando se tapan la cabeza voluntariamente para ir a la facultad. No saben lo que dicen, el deseo sexual está en la mirada del otro; y en la de uno incluso. El velo no hará nada, eres una mujer y poniéndote el hijab te estás cosificando como elemento sexual; y estás creando un barrera entre tú, portadora del velo, y el otro. ¿Acaso te obliga el corán? Olvídate de lo que diga el imán del Estado, ¿te obliga el corán? ¿Te lo recomienda el corán? Con el hijab te apartarás de la sociedad, pero con el niqab (esa masa opaca) desapareces como individuo, como sujeto pensante: como mujer.
El niqab o el hijab como elemento físico no son elementos positivos para una sociedad. Estos elementos deben ser discursos, deben ser una forma de vida- para quien la quiera llevar- y no un trozo de tela que muchas- occidentales- no saben ni porqué se lo ponen.

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Sombras del Bentayga

Roque Bentayga
Roque Bentayga

Tras de mí hay un foco eléctrico que refleja una sombra obesa. Esa sombra habla por mí, esa sombra soy yo. No. Ni yo soy yo, ni esa sombra forma parte de mí. Las sombras lo han tomado todo, y la mía-en este caso- lo ha invadido todo. Soy un reflejo de ella. Voy a donde ella quiera y como lo que ella desea comer y vivo sin vivir en ella; o ella vive sin vivir en mí. Es una sombra outsider, se la suda la física o la lógica. Va por libre. Sale por ahí a sabiendas que siempre la defiende el foco eléctrico. Comienza a encenderse. Shpppff. Aparece en la pared para escaparse de mí. La persigo. Se esconde dentro del Roque Bentayga. Es nuestro punto de unión. Ahí ella se reconcilia con mi cuerpo y conmigo. Ahí se encuentra a sí misma junto a la piedra y la luz del cielo.