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La vida cotidiana

 

Mis artículos son escritos por lectores y amigos. Ustedes están en mis artículos, y me inspiran a publicar cada cierto tiempo una disonancia. Estuve en una playa iniciática, donde se pasa por un túnel negro para finalmente ver una extensión de tierra; unas cuestas que bajan a una plaza, donde nos montamos un asadero y pasamos una tarde estupenda. En algún momento hablando con Iván Artiles, que es ese tipo de persona que anima a uno a escribir desde la verdad; es de alguna manera la voz del pueblo, de la gente normal y maravillosa de la calle. Iba a escribir sobre Juan Carlos I, pero me animó a escribir sobre la nueva realidad. Me pareció mucho más interesante escribir de sentimientos, de realidad, de humanismo y no de personas portadoras de títulos. Los títulos no me interesan. El único título importante para mí es el de Derecho, a ver cuándo me lo saco. Iván me lo propuso, y la realidad me abrió el camino para seguir escribiendo. La realidad es como seas con ella: buena gente y natural. La vida quiere a gente natural que crea espacios y esculturas con las piedras de la playa.

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Cómo ligar en el 2020, el amor posmoderno

Fotografía del genial Javier Garva©

 

 

 

 

Una de las muchas formas de ligar es comentando la foto, o el estado- en Instagram- del crush de uno. Me gusta gustar, pero en este caso no ha habido respuesta. En estas cosas del amor verdadero, concepto que ha pasado a la historia, mientras el amor líquido, del enamoradizo de Bauman, toma más fuerza con todas las aplicaciones que nos facilitan nuestra vida amorosa o sexual. Este amor en tiempos de Instagram vale lo bonito o feo, que hayas planteado tu perfil. El amor posmoderno es eso: un perfil bonito donde cazar. Todo en la vida se ha vuelto una Tinderización o una badooística. Todo tu ser se limita a unas fotos, y a un texto donde describes lo que buscas: para cuándo y qué buscas más allá del deseo- o el deseo, simplemente-. Todo es líquido. Las personas que ligan tienen ansiedad. La ansiedad de los 21 minutos. 7 para hablar y hacer caminito para los otros siete minutos, que pasamos encima de una cama o una encimera. La realidad es ansiedad. Todo va deprisa. Te modernizas y aceptas las reglas, o te estancas en el amor romántico y en la virginidad hasta el matrimonio (concepto utópico donde los haya, en una sociedad donde las sillas y las ventanas tienen ganas de un polvo; y chao).

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El profesor

 

Enseñar a un grupo de personas, adultas y adolescentes, a leer y escribir es uno de los milagros de la vida. El placer de enseñar las herramientas con las que crearán su llave o su llavero, para abrirse-cerrarse la puerta de la sabiduría. Quedarse dentro de la habitación de la lectura, el arte y la libertad; o limitarse a construir esa llave para olvidarla encima de un banco o un lavabo. Estén dentro o fuera del cuarto del saber será por su propia libertad, por su capacidad para decidir. Todos conocieron las letras del alfabeto. Letras para deletrear, o para unirlas a otras para escribir un poema, un teorema o un wasap. Con las letras y los conceptos harán su propio sistema, su nuevo mundo con el que convivirán con los otros. ¿Puedo sentirme orgulloso de mí mismo y verbalizarlo? Estoy muy contento con lo que he hecho. Qué bonito es enseñar una canción de José Luis Perales a una persona procedente de un pueblo a 120 kilómetros de Bamako. Es bestial. Enseñar la palabra li-ber-tad. Tout le monde avec moi: ¡Libertad, libertad, libertad! La lengua ha permito a estos estudiantes conocer la libertad como elemento inherente al ser humano, y no como un derecho que nos lo da el Estado y nos lo arrebata la miseria. Los seres humanos- de cualquier clase social, de cualquier punto del mundo- somos libres por naturaleza para decidir entre una realidad u otra. Con la libertad podemos derrocar al dictador, al mafioso, al que provoca una guerra a cambio de oro. Con la libertad colectiva podemos transformar un Estado cainita y bélico a un Estado social, democrático y lo más justo para todos los ciudadanos- y ciudadanas-. Por eso es importante no olvidarse del camino. De cómo conocimos las letras, cómo empezamos a deletrear, cuándo y con quiénes aprendimos. La humildad crea un Estado, una familia y una vida justa.