El Batán, el barrio mágico

No me habría importado morirme esta mañana escuchando, en mis cascos, a Cacha Castaña y La Beriso. Fue un momento feliz. Salir del trabajo con la sensación de haber hecho bien las cosas, para después cantar con toda la libertad que da la mañana- y el que no haya gente en las calles a esas horas, donde los gorriones siguen dormidos-. La arquitectura del Batán hace que sus calles tengan mucha luz, y un azul por parte de algunos edificios que tranquiliza la vista y el alma. El barrio tiene arte y humanismo, en sus personas y arquitecturas. Me gustaría vivir una temporada aquí. Seguía caminando como quien camina sin buscar nada. Caminar de felicidad hasta el barrio de San Nicolás. Había una paloma en el suelo con dos gotas de sangre, junto a la cabeza. Qué Dios la tenga en su Gloria. Esa misma paloma podría ser descendiente de Ibn Hazm de Córdoba. Una vecina me sonríe. He cantado demasiado fuerte. Sigo cantando hasta llegar a Triana. La música de los «buenos aires» empezó en el Batán y continúa en Triana.