Salir de Canarias para existir

 

Qué difícil es creer en ti mismo, en esta tierra, donde el éxito se paga caro, muy caro. La envidia, el odio, la mediocridad, la falta de progreso y ciudadanía conforman la estructura de los muchos espíritus que salen de las cloacas para desmoralizar a un escritor, a un empresario, a un profesor, a un albañil, etcétera. Pasa del mundo. Trabaja duro, muy duro. Deja la pereza atrás – ardua tarea, pero no imposible-, no dejes de soñar y nunca dejes de ser un niño lleno de ilusiones: un joven que se quiere comer el mundo. Pasa de los mediocres, de los parásitos, de las ratas, de los falsos predicadores. Hace unos días leí un artículo bello- y maternal- de la Abreu sobre Canarias como paraíso, como algo más que un espectáculo natural y humano que consume el turista. Bonita idea, preciosa idea pero desde tiempos primitivos: hay que salir del paraíso para ver la luz. Hay que salir, ser expulsado, nominado por el destino y salir del paraíso. Hay tantas cosas. Cosas raras y pueblerinas que cansan: no escribas sobre este, no digas esto, no bailes así, no te hables con él. Canarias debe ser, y no parecer lo que otros quieran ver. Por ello es necesario, al menos para mí y todos los jóvenes y gentes con ganas de cambiar de vida-como cambian los animales de pelaje-, salir de aquí;  cruzar el océano sin miedo a los tiburones. «Bro, los tiburones los tienes aquí».

Un comentario en “Salir de Canarias para existir”

  1. Eso fue lo que hizo Benito Pérez Galdós: salir de aquí porque se ahogaba en el ambiente pueblerino y sin porvenir de su tierra. Y nunca volvió, ni se acordó de la tierra en que nació. Ahora lo encumbran como Hijo Predilecto y demás zarandajas, cuando él renegó de sus orígenes y se hizo madrileño por ambición.

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