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Rafa del Toro, la leyenda

Rafa del Toro junto a sus admiradores
Rafa del Toro junto a su gran familia en el Pabellón Juan Beltrán.

Los guantes del maestro huelen a gloria: son las manos de todos los dioses orientales y occidentales, que inclinan sus cabezas ante el maestro. Los guantes de este genio son Patrimonio de la Humanidad. Guantes honrados, éticos, rápidos, hermosos que se mueven en el aire como un pájaro en busca de la libertad. Rafa del Toro es el águila que busca la luz de la libertad, hasta encontrarla, para después convertirse en todo un dios. El dios del ring. El dios humano, humilde y sapientísimo que nació hombre y se convirtió, después de mucho esfuerzo, en una institución divina dentro de las artes marciales en Europa, España y en su patria canaria donde es profeta de profetas. Solo a un profeta se le vitorea-« ¡Raaafa! ¡Raaafa! ¡Raaafa!»- como lo han hecho con él. Su último combate, anoche, fue una ola omnipotente. Invadió el corazón de los que estuvimos en el Juan Beltrán Sierra. La ola de amor nos dejó gritando el nombre de este gran hombre entre lágrimas, lágrimas de admiración por el maestro que se supera a sí mismo y enseña a los neófitos- y a los doctos- a superarse. En su escuela he aprendido que el respeto y la motivación son el pasaporte para continuar en el tatami de la vida.

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Quem é Teca?

Teca Barreiro es una mística, una curandera que sana con amor. La curandera de los místicos africanos recorre toda la geografía de la historia hasta llegar a un pasado de pamonha, Tupinambá, para danzar con los indígenas. Teca es negra, tupinambá, brasileña, española (universal, quizás su única nacionalidad sea su honesta energía: su poesía). La epopeya de sus manos, ese reiki. Su voz es como la melfa que me envolvía de niño, cuando mamá viajaba lejos. De Teca se puede decir que es la heredera de Lao Tse, motor divino de amor (¡bendito sea Dios!) en su conversación: en su existencia: en su Verbo (en mayúscula). Podemos decir de ella, mil cosas. Pero, lo único que me dice el corazón (ese corazón mío y de los míos; muy pocos lo conocen, muy pocos lo conocerán, porque un corazón sin misterio no es un corazón) es el cariño, el respeto y la admiración que le tengo a esta mujer. No he hablado mucho con ella, no he tratado en lo personal demasiado, pero la estimo como si fuera una hermana o una morabita a la que rinde culto un ejército de poetas y filósofos. Lo juro, como dijo Goethe en una de sus cartas: «ella es todo, todo en plenitud». Teca es el ejemplo de lo que quiero ser en vida. De mayor, o ahora, quiero ser como ella: conseguir esa paz con los otros habiendo conquistado la paz perpetua (en nombre del amor) entre el pasado, el presente y la eternidad del ser.

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Irma Ariola y donde amar no es pecado

Cuadro de Irma Ariola ©
© «Irreverente» de Irma Ariola.

Acabo de llegar a la presentación de «Naúfraga en tu piel», territorio donde amar no es pecado. La poesía, de la autora, Irma Ariola, es la tierra y el camino que hace el corazón cuando ama a otro corazón. En este acto, en este mundo, las personas y las ideas se aman más allá de los géneros. El arte es eso, arte: más allá de los géneros, los dogmas, las cruces griegas o latinas que ponen genitales al corazón. No, por favor. Dejad que las mujeres y los hombres caminen con los ojos atados a la luz de la libertad y la fraternidad. Amaos los unos a los otros, dijo un filósofo evangelizador. Estoy entre las cuatro paredes de la exposición- presentación, en el Club Náutico. El aire huele a la sensibilidad de quien mira una obra de arte y se emociona. La sensatez de quien se emociona con lo bello. En este libro; las personas no son colectivos, sino individuos libres que no son etiquetados como herederos de Safo o Byron. Las personas son personas sin necesidad de clasificar, dividir en grupos; y en este caso Irma es la profetisa que coge de la mano a todos lo que estamos en la sala. A su derecha tiene a Néstor Dámaso del Pino (¡tremendo descubrimiento; genio, genio, genio mil veces!), a su derecha está la sacerdotisa egipcia Rossy Robayna (un corazón honesto que escribe con belleza). En la otra punta del círculo está la reina Chicha (a sus pies, majestad); a su lado se encuentra el genial fotógrafo Miguel (gracias, caballero). El círculo es infinito, miles de años de historia están en él. Se escucha a Rosario Valcárcel recitar un poema homoerótico, mientras el genio de las espiritistas (con denominación de origen teldense) escucha atento. Mi amiga Elena me agarra la mano. Conversamos de Derecho. Se escuchan las “Sombras” de Chavela Vargas. El círculo continúa con las manos abrazadas. El círculo desea poesía. ¿A qué poesía se refiere? A la poesía de la luz: a la luz poética de los buenos artistas.