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A favor de Ana Sharife

Corán en árabe
Corán en árabe

Debo felicitar a Ana Sharife por su artículo «El profeta enamorado»; aplaudo la belleza de su texto y el mensaje pacífico que plantea. Antes de entrar en materia, debo confesar que soy musulmán, y, espero ser objetivo en mi análisis. La introducción a «El profeta enamorado» es hermosísima, parece un poema sufí:
«Siempre sospeché que el Corán había sido elaborado entre mujeres. A menudo las imaginé reescribiendo las hojas que el profeta dejaba al descuido mientras se recostaba un rato a dormir su siesta»
En cuanto a la tesis que plantea Sharife es cierta, el islam supuso un progreso en materia de derechos humanos; especialmente en materia de igualdad y matrimonio. En la época preislámica se enterraban a las mujeres vivas porque no eran sujetos jurídicos, viva o muerta valía lo mismo, y el islam de Mahoma dio su lugar a las mujeres en esa Arabia misógina. En materia de igualdad y empoderamiento femenino el islam acertó, pero no todo fue de color de rosas. Sé que en este momento están atacando con brutalidad a Sharife, quienes la atacan lo hacen desde las cloacas de la ira y el analfabetismo en esta materia. Tú artículo es maravilloso, pero con ciertas correcciones si me permites. Continuar leyendo «A favor de Ana Sharife»

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Rimbaud fue un genio

Arthur Rimbaud. © Ernest Pignon
Arthur Rimbaud. © Ernest Pignon

No existe literatura sin experiencia. A diferencia de las otras artes y ciencias, la literatura necesita de vivencias y experimentar hechos o al menos un hecho intenso. Los grandes escritores crean desde la experiencia. No conozco en toda la historia de las literaturas ni un solo escritor que haya creado de la nada experiencial. Rimbaud fue lo que es, después de ver la luz iniciática del amor y el sexo de Verlaine. Fue un genio pero vivió, no creó su literatura copiando a los que leía. Rimbaud vivió, intentó vivir al menos. En esa misma línea se encuentra Víctor Hugo, el padre de los miserables más bellos de Francia. El maestro fue un genio no por lo que estudió en las diversas ramas del saber humano, sino por lo que vio y vivió mientras existió. Y en la línea de Rimbaud y Hugo está Emily Brontë con su angustia contra el amor, o Vita Sackville por su pasión poética hacia la mujer. Los creadores necesitan vivir, vivir viviendo intensamente (escribió Lucía Martín) para escribir.