Hace casi un mes se conmemoró el 90 aniversario de la proclamación de la Segunda República. Fieles a un acontecimiento que sembró ilusión democrática entre los españoles, somos muchos los que ponemos una marca especial en ese día con la voluntad de regenerar nuestra profesión de fe en las libertades de la ciudadanía. La efemérides no hace más que recordar que la historia le dio la razón al pueblo cuando reivindicaba sus derechos a la participación, a la igualdad y a la palabra. Al regresar a la senda democrática tras la desaparición del dictador, la historia volvió a darnos la razón porque restableció la pluralidad y las libertades, componentes naturales de la sociedad.
De entre los episodios más admirables durante la Segunda República, destaco, sin duda, la promoción de las Misiones Pedagógicas. Grupos de docentes, intelectuales y artistas se comprometieron con el Estado y se alinearon en una campaña de expansión educativa y cultural sin precedentes en nuestro país. Asumieron el reto de llevar la cultura y el arte a los rincones más remotos con la intención de dar forma a esa otra ilusión de los demócratas que era (y es) el progreso cultural del pueblo. Miguel Hernández cuenta con la plasticidad de su condición de poeta la grata experiencia de su aventura: «En el último pueblo hicimos la segunda misión en pleno campo, proyectando el cine contra el muro de la iglesia. Era cosa de ver a los labradores sentados sobre arados y carretas volcadas, la cigüeña de la torre asustada, los candiles con que alumbrarnos en la vara levantada de un carro, las estrellas temblando de frío por mí, y yo envuelto en mi capa parda de un labrador».
El arte y la cultura despertaban las luces dormidas de tanta conciencia sometida por siglos de caciquismo, de ignorancia y de manipulación.
Hoy esos rincones no existen, al menos en las cantidades de aquellos tiempos. Pero sí existen otros donde han ido anidando el desencanto, la creencia en los vendedores de humo y la fe ciega en el pensamiento anoréxico. Son los rincones de la ingenuidad y el espejismo, de las conciencias zarandeadas por las consignas incendiarias que empujan más que guían.
Y para esos rincones se necesita que vuelvan las Misiones Pedagógicas. No sé cómo, no sé con qué voluntarios, no sé con qué plan, pero sí sé con qué objetivo: poner freno al descarado avance de los populismos.
Decía el escritor Rafael Dieste, voluntario en tan noble cometido: «Después de haber sido misionero difícilmente se podría ser marrullero en política, ficticio o pedante en arte, descuidado en asuntos de ética profesional…».
Sí, que vuelvan las Misiones, o al menos que el espíritu que las alentaba ahogue el resuello de los falsos profetas.
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.