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Nostradamus

El día de mi muerte es un mensaje oculto en mi número de teléfono. Ese día será la suma de las tres primeras cifras de mi número móvil (7). Moriré, también, un mes siete porque la suma de las tres cifras siguientes es 7. Del año 77, así me dijo Zaratustra mientras cabaleaba con el tiempo y las circunstancias.

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Abaddón y la belleza del músculo

El gimnasio tiene categoría de santuario, en el que uno entra para limpiar sus pecados con las grasas saturadas, las carnes caídas; y todo con el fin de glorificar al músculo. El músculo crea nuestro cuerpo. Y el cuerpo crea nuestra estética, y esa estética nos condena a unas categorías u otras dentro de las sociologías de la sociedad. Estamos ante la dictadura del músculo, donde la piel blanda no está de moda. Todo debe estar tonificado, todo debe ser músculo. Un elemento muy griego, por otro lado, por glorificar la mejor forma que pueda tener un cuerpo que es el músculo marcado, después de una jornada intensiva de deporte y creación de feromonas.

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Judas

El marinero permaneció mirando al mundo, a todo elemento que pisara la orilla del mar. Todo se construía ahí. Presidía el muelle desde una de sus orillas. Controlaba el mundo, mientras fumaba. Era el jefe. Sonreía a sus súbditos (en perspectiva). Apoyaba al personal: levantaba el puño como Fidel. Decían que era un buen tipo. Ese es Judas Iscariote, responde Andy. Algunos lo detestaban por ser el jefe. Nunca pude responderle la sonrisa. Era un fantasma o algo extraño. Estaba en todas partes. Su voz era un mantra inconsciente simplificado en una sonrisa poderosa:
-Estoy en todas partes.