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La noche oscura del alma (remix)

 

Estuvo toda la noche en busca de la libertad. Toda una vida dedicada a ella, a la libertad en una noche. Ella solo aparece de noche. De noche la libertad toma forma de luna. Por la mañana se vuelve hipócrita, esclava de lo políticamente correcto. Nuestro protagonista, Jean, dedicaba la mañana y la tarde al sueño; y la noche a buscar su propia libertad entre los bohemios y los pastilleros y los punkis: trinitarios que son libres debajo de la bombilla de la luna. Jean llega a su casa sosegada, después de vivir y morir en la noche donde todos somos simpáticos. Toda la peña es guay de noche. Todos quieren la luz de la fiesta sabiendo que no es la luz del sol. No todo depende del sol, sino del amor.

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Cayetana Álvarez de Toledo, sex symbol

 

Álvarez de Toledo lleva camisa de popelín con volante y botonadura de Max Mara ( Revista Vanity Fair). ©CATERINA BARJAU
C. Álvarez de Toledo (Revista Vanity Fair). ©Caterina Barjau. 

Anoche soñé con Cayetana Álvarez de Toledo leyendo a Ayn Rand. Cayetana: tumbada sobre la arena como si fuera una faraona del Alto Egipto. ¡Qué bella! Su cuello es la firmeza de todas las naciones del mundo y su caminar es una gacela en busca de la libertad. Para mí, Cayetana es la combinación perfecta entre inteligencia y belleza; es decir: es una sex symbol inteligente, formada y con una dialéctica (¡dios mío!) de primer orden. Podrá ser naranja, azul, verde o lo que crea conveniente pero es una mujer que va en busca de la libertad. Dice las cosas tal y como le parecen, y eso me gusta. Las cosas hay que verbalizarlas para que no nos condenen, para que no nos duela el estómago o la cabeza. A Cayetana no le duele nada, en todo caso la cara de lo guapa que es. Cayetana no es su partido político, no es su ideología, no es lo que los otros quieran que sea. Cayetana es, simplemente. Cayetana, es esto para mí, porque estoy hasta los testículos de la corrección política. Cayetana representa eso que me gusta: decir las cosas, aunque vayan en contra de la disciplina de partido.

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Carta a José Sánchez R.

 

Existen numerosas víctimas de las llamas que desean acabar con mi tierra. Hay dos tipos de víctimas en este fenómeno. En primer lugar están las víctimas físicas, materiales donde se encuentran los vecinos de las zonas afectadas y alrededores; y todos aquellos que han sido desahuciados de sus casas, de su vida cotidiana, de la tranquilidad que necesita cualquier ser humano para sobrevivir. Por otro lado están las víctimas simbólicas donde se encuentra Don José Sánchez R.: víctima de una equivocación que le podría haber pasado a cualquier ser humano. Me repugna que la sociedad (parte de ella, me imagino) tome a este señor como el chivo expiatorio. El verdugo no es él, sino la clase política (autonómica y central) que no han previsto la desgracia. José Sánchez merece ser entendido: ¡un poco de empatía, por favor! Y a los que acosan a este ciudadano les digo: uno no debe escupir para arriba, porque el escupitajo cae sobre el ojo o el dedo acusador de los cobardes. Insisto, un poco de empatía.