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Carta a una joven del PSOE

Tres nuevos fallecidos, 24 en total por coronavirus en Canarias. ©Arcadio Suárez
Tres nuevos fallecidos, 24 en total por coronavirus en Canarias. ©Arcadio Suárez

 

Sé que es difícil liderar toda esta situación, pero lo que está haciendo el presidente del gobierno no tiene nombre. Cuando tu vida y la mía- y la de otros muchos- está en juego hace que las ideologías me importen una mierda. Querida Mouna, Pedro Sánchez lo está haciendo muy mal. Él y todo el equipo de gobierno. Han tardado mucho en reaccionar, han mentido a la población española y están librando una cruzada– como las de Jerusalén- en contra de los sanitarios. Después de la sentencia del Tribunal Supremo, estoy por mudarme a Corea del Sur o pirarme a Marte. Quiero que me seas sincera, hermana. Por mucho que compartas partido con este señor, reconoce que lo está haciendo mal. El PSOE vale más que su secretario general. Lo único que pido es “justicia”. Qué sean juzgados los responsables, que no han sabido manejar esta batalla contra el coronavirus. Ser político no es cobrar tres mil euros. Es estar a la altura, es hacer bien tu trabajo. Quiero que se sienten en el banquillo. Si Pedro lo ha hecho mal, ¡quiero que se siente ante un juez imparcial a dar las explicaciones oportunas! Pero, claro, cuando el Tribunal Supremo sentencia a favor de no suministrar material de protección a los sanitarios- en 24 horas-; las llevamos claras. Así está España, sister. La situación está a la altura de lo que hizo Teresa Cruz. No me gusta hacer leña del árbol caído, pero lo de la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias contra nuestros mayores es una metáfora de cómo está la clase política (no toda. Desde aquí felicito a Ángel V. Torres y a todos aquellos que han cesado a esta señora). Mouna Sikabi, por muy del PSOE que seas, lo tengo que decir: ¡ojalá cesen a Pedro Sánchez o pongan un gobierno de regencia para domar a este toro chino llamado coronavirus!

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¿Mercadona es el Tercer Templo de Salomón?

 

Esta imagen se titula: «¿Hola?»
Esta imagen se titula: «¿Hola?». EFE

 

Llenar la nevera y comprar mil kilómetros de papel higiénico en el Mercadona. Esa es la fórmula divina, sólo es válida si compras en el Mercadona. Una empresa maravillosa que nos hace bien, pero, ¿no hay más supermercados en España? Sin duda, Mercadona se ha convertido en el Templo de Salomón donde van a pasar el rato (o una eternidad) los que temen al coronavirus- es decir, casi toda la población española-. Parece que la vacuna contra el coronavirus está en las estanterías del gigante valenciano. La situación es surrealista. Si no quedan rollos de papel higiénico, agua o tomate en el susodicho me pongo a llorar. Yo no lloro. Prefiero ir al Hiperdino ( así apoyo a las empresas de mi tierra canaria).  Me encanta el Hiperdino-y el Mercadona, también-. Me gusta todo, pero con equilibrio y justicia. Los consumidores tenemos la opción de ir a cualquier lado, pero no viene mal equilibrar. Tampoco puedo olvidarme de las pocas tiendas de barrio que siguen abiertas; de esta manera apoyamos a los autónomos que, tarde o temprano, serán violados con una fiscalidad pornográficaOjalá este gobierno esté a la altura. Ya han cometido muchos fallos.  Finalmente, les deseo una buena cuarenta a los que se quejan por quejarse; muy especialmente a los que vacían las estanterías y se cabrean. En el supuesto en que no haya nada y no tengas tiempo/ganas de ir a otro lado: compras por Internet. ¡Lo más cómodo del mundo! Esto no es el fin del mundo. El sol sigue iluminándonos.

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Es por tu culpa, puta

 

Estoy leyendo la página 76 de “El amante” de Marguerite Duras. Los gritos de los enamorados de enfrente no me dejan continuar. Todas las noches la misma historia de ira que se arregla con un polvo. Nunca han llegado a las manos. Su vida es una telenovela, cuyo escenario se desarrolla en el salón de su casa-ante la mirada de quienes vivimos enfrente de los susodichos-. Los que viven a dos manzanas también sufren los gritos nocturnos de este amor. Por las tardes lo ves dándose el lote enfrente de un supermercado. Sus hijos ya no viven con ellos. El mayor se quedó escuchando a Los Chichos hasta que se convirtió en una versión light del Vaquilla. Hemos llamado muchas veces a la policía. Es insoportable. Nunca han llegado a las manos. Se gritan en el salón, para acabar abrazados en el dormitorio. Él le dijo: «Es por tu culpa, puta». Ella no gritó. No sé si le habrá respondido.