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Carta abierta a Najat Hachmi

 

 

 

Encantado de escribirte, Najat, aunque no nos conozcamos personalmente; pero sí cordialmente, ya que tu libro “El último patriarca” forma parte de mi vida personal, literaria. Siempre has sido muy honesta con lo que escribes, eres trasparente, no juegas a doble blando. Me gustan las escritoras libres que se expresan en libertad, pese lo que pese. Sabrás que hay una polémica servida en el patio de la opinión pública, y debo decirte que no estoy de acuerdo contigo; respecto a tus últimas declaraciones contra el velo de la diputada Fatima Hamed. Permíteme corregirte; confundes dos términos: el velo como tal y la obligatoriedad del mismo como política de estado que se apoya en la religión- parafraseando a Fatima Mernissi, en su libro “El poder olvidado”-.

 

El velo ha sido y es un arma para enfrentar a las mujeres y a los hombres; sitúa a la mujer en un segundo plano para eliminarla o silenciarla como sujeto independiente. El hiyab hay que contextualizarlo. Yo he tenido muchas compañeras de facultad que lo llevaron , no por una imposición de papá, mamá, quiero casarme, tengo un pelo de mierda y lo quiero esconder: no; mis compañeras, reconocidas juristas, empleaban el velo como un elemento de libertad, de identidad, de pertenencia y de moda. Hoy en día, en occidente, es un elemento decorativo e identitario. Muchas jóvenes no entienden la lectura del hiyab como elemento para silenciar a las mujeres, porque han sido criadas en occidente y muchas no tienen lecturas: ni Janata Bennuna, ni Nawal Saadawi, ni Fatima Mernissi. Emplean el velo sin  comprender la dimensión intelectual que pueda tener.

 

El velo es moda e identidad. Por lo tanto, es bueno que se haya reunido la señora Hamed con las “otras políticas”. Es sano ver una diputada libre, independiente, inteligente, locuaz y encima con un pañuelo en la cabeza. No creo que debamos satanizarlo, hay que quitarle el peso dogmático y religioso. El hiyab, para las jóvenes, nacidas y criadas en occidente es elemento decorativo y pasajero, porque casi todas ellas se lo quitan cuando empiezan en el mercado laboral (eso es otro debate, ¿no señora, Hachmi?) o cuando ellas lo crean conveniente. Insisto, el mundo moderno debe despolitizar el velo y hablar de un hiyab laico, de un hiyab pop, de un hiyab queer, de un hiyab feminista, de un hiyab para individuos libres. El velo debe ser como un collar o un tatuaje de la mano de Fátima: un elemento más de la cultura pop, nada más y nada menos. Najat, el velo es un contexto y un individuo. Cada cual tiene sus razones para llevarlo o no, y en eso consiste la democracia: llevar o no ese trozo de tela, pero siempre libremente; y en contra de esa frase de McLuhan: “Callaros y que no os vea”. El velo no puede ser un elemento pasivo, por imposición, por sumisión; el velo debe ser pensamiento, arte, dialéctica y empoderamiento. Ahí está la señora Hamed gritando, debatiendo, pensando y luchando por sus ideales progresistas como lo haces tú, Najat.

 

Lo importante no es el trozo de tela, sino lo que hay debajo: una cabeza inteligente y con discurso.

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La Palma: el infierno estatal

 

 

La isla bonita se ha convertido en la puerta de entrada al inferno; no por la erupción volcánica, o quizás sí en términos físicos (fincas arrasadas, vidas rotas, giros inesperados, lágrimas, desesperación, frío, dormir en el coche o en un pabellón; nuevamente frío). Temo más a la gestión política, que a la lava infernal del volcán; un volcán vomitando su bilis es como un niño que tira espaguetis por la ventana. Si fuésemos un Estado como Dios, y el derecho natural, manda no temeríamos por nuestras vidas, ni por nuestras casas y fincas arrasadas que, ya, son cosa del pasado. No habría miedo en un Estado protector, paternal, social y de Derecho; pero, qué cosas: el Estado ha muerto en La Palma. Ha quedado calcinado debajo de la lava, junto a la dignidad y los recuerdos de los más débiles. Lo más sagrado para uno es su hogar, pues ya no hay hogar; y el Estado sanchista prefiere una foto metiéndose un plátano en la boca (jamás he visto a alguien comer tan forzado; sé más natural y disfruta de aquello a lo que, supuestamente, quieres defender y/o promocionar) y mil periodistas alimentando el ego del líder. Iván Redondo no lo habría hecho así, estoy convencido: es lo que tiene expulsar a los inteligentes de tu vera, Pedrito. Supe desde el minuto uno que La Palma se convertiría en Lorca, casas arruinadas y vidas resquebrajadas por una limosna estatal que pretendía cubrir las necesidades de los damnificados (como ya hicieron en Lorca). Ojalá me equivoque, y ayuden a los damnificados como haría un Estado, de verdad, con sus hijos (muchos viudos o hijos de viudas).

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Un abrazo ( sobre el VIH)

 

Este artículo es un abrazo de pecho a pecho, para todas las personas que conviven con el VIH (o el virus desarrollado, Sida). Con el paso del tiempo y los avances científicos, el VIH va perdiendo fuerzas; y espero (ojalá) que desaparezca. No nos engañemos; uno tiene que informarse y documentarse mucho sobre Enfermedades de Transmisión Sexual, para no creerse los tópicos llenos de odio e ignorancia. Somos personas. No hay que discriminar a las personas infectadas por el virus; ni podemos juzgarlas. Los hay ricos y pobres, vírgenes en un polvo, homosexuales y heterosexuales. Insisto, un abrazo inmenso a todas las personas seropositivas. Sin duda; aquellos que discriminan a un amigo, a una vecina, a un empleado por sus ETS son gentuza. Discriminar a alguien por esa cuestión está a la altura del terrorista que toma su kalashnikov, y empieza a disparar a niños; mujeres; ancianos (otro tema, el VIH en la tercera edad) con tal de hablar por hablar. Todo este artículo se queda en nada, si no fomentamos la educación sexual y el conocimiento-en el cole, en casa, por tu propia cuenta- de lo que supone una felación, una penetración, el uso del condón, las jeringuillas compartidas; etcétera. Piensa antes de entrar, y piensa antes de salir.