La economía canaria

«Sombras del Nublo, riscales los de Tejeda. Cadenas de mis montañas», canta una de las voces más bellas que ha creado Canarias, Nazaret Díaz. Mientras la incertidumbre da vueltas en mi cabeza como un fantasma, en medio de la nada. Así está nuestra economía canaria, y la de muchas partes de nuestro planeta. Hay que ser positivos, sin duda, pero lo de nuestro turismo no tiene nombre. A mi amiga Saro se le encogió el corazón, en el sur de Gran Canaria. Estoy sin palabras. En el sur ya no se puede cantar aquel éxito de Rafaella Carrà. Los hoteles parecen cementerios, y los cementerios parecen la nada; y nuestra realidad es un algo lleno de incertidumbre. Somos migrantes en nuestra propia tierra, en nuestra propia realidad, en nuestra propia economía. Siento pena ( aunque la pena debilita a quien la siente, pero estoy así/así) por la gente, por lo que han sido sodomizados por este coronavirus. Ojalá ayuden a los que se ahogan, y a los que se ahogarán tarde o temprano porque esas ayudas no llegan ( o tardan en llegar). Quiero que Canarias vuelva a llenarse de turistas de todo el mundo. Que nos podamos tomar un algo en la barra o en la terraza, mientras abrazamos al camarero o felicitamos al dueño del local por lo bien que ha quedado la reforma. Ojalá muera el virus, y nazca una economía más fuerte: más democrática: más sólida: más fraternal para todos. «Besos de mujer canaria// Queso tierno recental». Besar sin mascarilla a una desconocida, y tomarnos el queso tierno donde y cuando nos da la gana. «¡Qué más puedo desear!»