Publicado el

Perdidos (en este inicio de curso escolar)

 

©Javier Valido©Javier Valido

 

Me siento más perdido que una monja en una discoteca. No sé cómo vamos a empezar este curso en la ULPGC. Unos dicen algo. Otro dicen otra cosa, y el alumno en medio como una cabra en un descampado. Dicen que las clases serán online hasta octubre. Otros dicen que hasta diciembre nada de nada. Espero que desde el profesorado nos ayuden, si finalmente han decidido hacerlo por vía telemática. ¿Será difícil? Pues, no lo sé. Espero que los alumnos aprendamos algo, y que no sean clases por dar clases sino algo serio como lo ha sido presencialmente. Ay, Dios mío. Estoy un poco raro, con un poco de miedo por este curso universitario. Ojalá aprobemos todos. Me encomendaré a Santa Rita, a los santos Regraga y a todos los dioses antiguos, modernos y posmodernos. Le pido a los santos de la ULPGC (algunos son santos, otros parecen señores feudales) que tengan empatía con los alumnos. Queremos aprender, pero el profesor también tiene que estar dispuesto a renovarse con las nuevas tecnologías. No soporto a los profesores oxidados. Estamos en el siglo XXI. Renovarse o morir. Algunos prefieren arrastrarse por los siglos y los pasillo de Tafira, dar pena y pasar desapercibidos ante la modernidad. Espero que no haya problemas. Parezco un poco Epicuro, pero por favó: ojalá salgan bien las cosas y podamos demostrar que somos una universidad primermundista.

Publicado el

Nadie nace mendigo

 

    Fotografía de Verónica HernándezFotografía de Verónica Hernández

Un mendigo me coge la mano, la besa tres veces mientras se aferra a ella con toda su fuerza. No me asusté en ningún momento, porque me siento mendigo; todos somos mendigos y cada cual con su propio aroma. Algunos huelen a mierda, otros a Chanel 5. Yo pertenezco a los mendigos de la calle. Me siento tan identificado con ellos, porque en cualquier momento se puede ver uno entre cartones o escondido en la oficina de algún banco. Nadie nace mendigo. Es una frase que me repito mucho, cuando veo a algún mendigo o un amigo que hace un comentario impertinente sobre ellos y ellas (porque también existen las mendigas en el mundo). Los mendigos existen, y seguirán existiendo. El mendigo puede estar entre ratas y cartones, este es el primer tipo, o entre algodones que son muchos: con ganas de morirse, viven para quedar bien, hacen por hacer y ríen por no llorar. Prefiero ser un mendigo de Triana como mi Macu (que vive entre las cabañas y las calles de Triana y San Nicolás), a mendigar un poco de vida a la vida.

Publicado el

La vida cotidiana

 

Mis artículos son escritos por lectores y amigos. Ustedes están en mis artículos, y me inspiran a publicar cada cierto tiempo una disonancia. Estuve en una playa iniciática, donde se pasa por un túnel negro para finalmente ver una extensión de tierra; unas cuestas que bajan a una plaza, donde nos montamos un asadero y pasamos una tarde estupenda. En algún momento hablando con Iván Artiles, que es ese tipo de persona que anima a uno a escribir desde la verdad; es de alguna manera la voz del pueblo, de la gente normal y maravillosa de la calle. Iba a escribir sobre Juan Carlos I, pero me animó a escribir sobre la nueva realidad. Me pareció mucho más interesante escribir de sentimientos, de realidad, de humanismo y no de personas portadoras de títulos. Los títulos no me interesan. El único título importante para mí es el de Derecho, a ver cuándo me lo saco. Iván me lo propuso, y la realidad me abrió el camino para seguir escribiendo. La realidad es como seas con ella: buena gente y natural. La vida quiere a gente natural que crea espacios y esculturas con las piedras de la playa.