Doble o mitad

@Nacho González
@Nacho González

Esta noche ha sido confesora de un encuentro, en el que los dioses y los demonios y los ángeles se unieron para rendir culto al arte universal; esta noche ha sido de gemidos duros y movimientos rápidos. El arquitecto y genial creador- creador porque crea de la nada, crea vida de un trozo de papel o una masa de yeso- Jin Taira ha demostrado al mundo una belleza sin igual. Belleza en la policromía honesta de cada una de las imágenes que expuso, imágenes rápidas o palabras amarradas a una escultura o un poema; y todo ello como un canario amarillo y bello que vuela de oriente a occidente sin temer a los vientos. A los vientos brutos de la vida. A los aires calientes del pasado. Pájaro valiente es Jin Taira por recorrer Japón, Canarias en busca de la belleza. Movió las alas sin cesar. Cansado continuaba moviendo esas alas. A más trabajo, más belleza. Eso es lo que he visto esta noche, una belleza trabajada. He puesto las rodillas en el suelo, y he bendecido a Apolo por esta creación. El pájaro continúa, se detiene en un puerto. Saluda a ella. A mi gran amiga, ella. Nace otra pequeña ella, mi pequeña amiga. Crea, apoyado por ellas, y se convierte en DIOS. Un Dios inmortal, creador de todas las fuerzas. El trono y el reino de Dios fue obra de otra ella, cuyo nombre me hace llorar. Ella es Yoko Taira, un leviatán que arrasó con todas las partículas del espectáculo. Invoco a todos a los de arriba y abajo. Profetas, ángeles, jinn, místicos, poetas, dioses y demonios tomaron el té llorando. Yoko Taira ha hecho llorar a todos los del infierno y el paraíso. Ella es nuestra maestra, gritó el arcángel Miguel. Yoko Taira en su baile fue transformándose en Mefistófeles, me atrapó el alma. ¿Hasta cuándo me tendrás retenido? Cómo voy a seguir viviendo después de esta invocación danzada, esos gemidos en nombre de todos los animales de la zoología humana. Tu cuerpo, y después tu alma dinámica pasaron a ser un tengu con hermosas flores de yamabushi; una hadra para los místicos que danzan y lloran por la belleza de la luna. Yoko y Jin fueron la luz. La luz salvadora. La luz que posee a todos los humanos, una luz como mano que aguanta el peso del mundo. Ellos aguantaron el peso de este mundo con su arte, el peso de este mundo y el otro aun siendo de otra dimensión: aun siendo de otro universo, quizás: de otro sitio, un sitio reservado para los genios.

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