
El debate sobre si Rosalía ha ofendido a los gitanos esconde un discurso envidioso y atrasado. Hoy por hoy, Rosalía es una artista que ha revolucionado el mercado de la música; además de introducir nuevos y trasgresores elementos en su estilo. Y como todo en España, pasa por el aro de la envidia y el «me siento ofendido por todo»; pues, le tocó a Rosalía esta vez. Insisto, Rosalía es una gran estrella pero no tanto como para compararse con Lola Flores. C. Tangana la comparó con nuestra Lola de España, con nuestra Faraona, pero por ahora no llega ni a escribana egipcia si la comparáramos con Lola. Es una gran artista, Rosalía, pero no deja de ser una niña en manos de unos publicistas y unos productores con ganas de ganar dinero. Yo espero que no se queme mucho como ha pasado con otras estrellas jóvenes. Rosalía es mú grande, para acabar como juguete roto o como «máquina tragaperras averiada». Estamos hablando de una artista como la copa de un pino o el tronco de un baobabs, que ha llevado el flamenco; su particular flamenco-pop-soul-trap al gran público. Pero, eso no es mérito de la artista sino de los publicistas. El mérito de Rosalía está en la interpretación, la voz, el quejío de la señorita. No se me puede olvidar, ese tema del maestro San Juan de la Cruz que interpretó y que llevó al oído y al alma de los jóvenes del siglo XXI. Ese tema se llama «Aunque es de noche», y lo interpretó como Dios. Rosalía canta muy bien, pero se nota que no tiene personalidad. Como artista única, pero como persona que se mueve en el mundo del arte se ve muy manipulada; no la veo con personalidad, pero sí con naturalidad. Actúa con naturalidad, pero con un discurso aprendido. Con el tiempo madurará, y si trabaja mucho; mucho hasta el límite podrá ser como Doña Lola.
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