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Andrea Abreu y Mariem El Mehdati: literaturas monótonas

 

Andrea Abreu y Mariem El Mehdati parecen un solo ente, ambas comparten las mismas causas e incluso el estilo a la hora de escribir es muy parecido: en la sintaxis, en las pausas, en los adjetivos y en las pocas oraciones subordinadas que han hecho. Su estilo es de ir en contra del turismo, hablar y escribir: a ver quién llena la nevera a las personas-casi toda Canarias- que vivimos del turismo. En este video analizo a estas dos autoras, secuestradas por cada uno de sus respectivos libros. Llevo años escuchando el mismo rollo sobre sus nivolas, qué caminen: qué escriban y no vivan toda la vida de un solo y monótono libro, aburre y produce ansiedad. De momento ansiedad.

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Aparentar es morir

 

 

Esos jóvenes, algunos treintañeros, filofarloperos de anacardos y perfumes del Mercadona presumen de lo que no son; compran en rebajas y follan cuando las acciones están en su mínimo bursátil. Su ropa, su mirada, su vocabulario: todo está estudiado al milímetro, pero como todo aquel que imita/aparenta es tonto. Obvian lo esencial, véase este ejemplo: se fotografía con unas Nike de quinientos pavos, pero los azulejos que pisa llevan mil años sin cambiarse. Contradicción a la vista. Van a comer y no saben coger los cubiertos, ni saben nada. Me da pena el complejo de clase, el rico que quiere ser pobre vendiendo miserias y siendo condescendiente con los otros y el pobre que sigue siéndolo autoconvenciéndose que es superior por comprarse cosas de ricos. Un ratón dando vueltas en los mismo, abajo el complejo de clases.

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Españoles en Noruega

 

 

 

 

 

Estando fuera de España te das cuenta de que Juanito Valderrama murió hace tiempo, es ceniza y pasado aquello que cantó a los migrantes; al sentimiento de fraternidad universal entre españoles. Esa España y esos españoles ahora ya no creen en ayudarse fuera de la casa de mamá, cada uno ha rehecho su vida; cada uno tiene su propia casa y, por supuesto, no permite visitas sin llamada previa. Metieron a mamá en un geriátrico, otros la mataron a disgustos y otros muchos cambiaron el Sánchez Santa por Sønderland o Wertheimer. Ay, España de mi alma- cantó Lola entre flores y fandangos. Estoy fuera de ti, estoy fuera de tu rosal, estoy viviendo en el vientre de otra madre que sigue siendo tú: porque España es un sentimiento, y eso vive y se reproduce en mis glóbulos rojos-y blancos, según el día-. Vi alegría en los ojos del español oriundo del norte que me encontré, pero… ahí se quedó: no hubo abrazos, no hubo…

 

 

Esa España de Juanito, de ese Juanito nietzscheano ya no existe: hemos cambiado a Juanito por Popper. Somos donde queramos ser, un pasaporte solo es un arma de control; un proceso burocrático en el que sellan nuestra identidad como ganado. Si el oriundo quiere ser noruego; completamente está en su derecho, porque España y Noruega son pueblos hermanos: pueblos que se aman y se respetan: comparten raíces lingüísticas en muchas palabras: raíces sanguíneas, raíces literarias (véase la influencia española en Henrik Ibsen). Él es noruego y yo sigo siendo del mundo. Ser del mundo es el mayor acto de gratitud existente, ser ciudadano del mundo es aquel que con la mochila gastada y/o el maletín de cuero da gracias a cada unas de las naciones (qué palabra, suena vieja pero parece necesaria: si me escuchara Popper me habría arrojada al vacío galáctico más vacío). De aquí y allá, del mundo: del vacío.