Los chicos (les garçons)

Todos mis amigos duermen con un sueño: despertarse con un contrato, una familia y un pasaporte para ir- y volver- de Ítaca. Ellos duermen. Yo escribo, después de trabajar. ¡Qué sensación más hermosa, mi amor! Antonio Banderas le canta a la morena, mientras la playlist pasa a otra canción. Cada uno de los que duermen tiene su propia canción, su propia sonrisa, su propia alegría. Todos compartieron trayecto con las narcosirenas, pero éstas no eran hijas de Baphomet sino de la sarna y la miseria. Hay esperanza. Duermen tranquilos. Se merecen la mejor de las suertes. Muchos han pasado por la universidad, otros han vivido tanto que ninguna cátedra podría describirlos en mil tesis. Suelo imaginármelos con coche, casa, dando clases, labrando la tierra, comprando en Zara con sus hijos. Se merecen lo más grande, porque son grandes. Sólo un grande se enfrenta con un excálibur de plástico al mar amigo, traidor.