El cantante frustrado

 

 

¿Cómo me comporto?, pregunta el dictador
¿Cómo me comporto?, se pregunta el dictador

 

Escribir es psicoanalizarse, es ahondar en las profundidades del alma cuando el escritor lo hace desde la honestidad. Me he propuesto hace tiempo dar un altavoz grande- con armonía y ruidos- a mi corazón. Hoy le he preguntado a mi corazón mientras trabajaba: cómo debo tratar con un tirano sin convertirme en un espejo; un dictador que abusa de su poder frente a los débiles. No me gusta que se haga daño a los débiles. El dictador- más despiadado que el almirante de Sasha Cohen– humilla y escupe su ego contra los débiles. El ego se debe reservar para los cuerpo/cuerpo o las situaciones donde haya igualdad, pero no contra los débiles que apenas tienen mantas para taparse. Ellos no. Sé que es un cantante frustrado, ¿qué culpa tienen los débiles? ¿Acaso no son los débiles los que le dan de comer? La música es un ejercicio de humildad maravilloso, siempre que no sea encima de un escenario. Porque encima de los escenarios viven los personajes. Vos sos un personaje que cambia ante un superior, y te transformas en la peor de las madrastras contra los que puedes. Ellos, nuestros hermanos. Ellos que han buscado, con las manos rotas y la boca a punto de desfallecer, a su Ítaca. Ya han llegado a Ítaca. Soy como un padre o un psicólogo contigo, pequeño dictador (pequeño, a pesar de tus muchas décadas que te pesan como siglos de pandemia). Pero, con ellos no. Con este servidor puedes cantar y exponer tu batería de personajes llenos de ego y odio, pero con los protagonistas de este momento de mi vida: no. Por fin han llegado a su Ítaca. No te voy a permitir amargarles esta alegría con tus continuas humillaciones, insultos y desprecios de hombre supremacista blanco (¿qué habría pensado el de Tunis sobre este personaje?)

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