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Es por tu culpa, puta

 

Estoy leyendo la página 76 de “El amante” de Marguerite Duras. Los gritos de los enamorados de enfrente no me dejan continuar. Todas las noches la misma historia de ira que se arregla con un polvo. Nunca han llegado a las manos. Su vida es una telenovela, cuyo escenario se desarrolla en el salón de su casa-ante la mirada de quienes vivimos enfrente de los susodichos-. Los que viven a dos manzanas también sufren los gritos nocturnos de este amor. Por las tardes lo ves dándose el lote enfrente de un supermercado. Sus hijos ya no viven con ellos. El mayor se quedó escuchando a Los Chichos hasta que se convirtió en una versión light del Vaquilla. Hemos llamado muchas veces a la policía. Es insoportable. Nunca han llegado a las manos. Se gritan en el salón, para acabar abrazados en el dormitorio. Él le dijo: «Es por tu culpa, puta». Ella no gritó. No sé si le habrá respondido.

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Los amantes

 

Hoy es un buen día para llorar de alegría. Abrir la boca y clamar a Dios: «Belleza, más belleza». La belleza de los buenos días. La belleza de las lágrimas que caen sobre una mejilla, para después convertirse en un lago donde los amantes fornican o buscan a su Caronte. El Caronte que los casará más allá de la tiranía paterna. Los amantes  no son de este mundo ni del otro, ni de los otros. Los amantes son una canción a las 8: 20 de la mañana, o una leyenda que va de boca en boca. ¡Dejadlos en el regazo del amor! ¡Dejadlos vivir viviendo en sí mismos, uno en el otro! Lo habéis conseguidos: los amantes ya son piedra, piedra que pule un albañil para convertirla en una obra de arte que regala a su amada, a sus hijos, al mundo; al sol y a la luna que fueron testigos de su constancia.

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La democratización del preservativo

 

Contraer el VIH cuesta seis euros. Un joven de 17 años con las hormonas a mil. Lo hace a pelo, porque no tiene diez euros en el bolsillo. Hoy hay información respecto al Sida y al virus que lo causa, pero lo que no hay es dinero muchas veces- en el bolsillo de los jóvenes y los marginados por el capitalismo-. Creo que el Estado está en la obligación de subvencionar los condones como se subvencionan los medicamentos para los pensionistas. El condón debe ser liberalizado, debe ser gratuito o que el ciudadano pueda adquirirlo a un precio módico. Muchos jóvenes, y no tan jóvenes, follan a pelo porque les da vergüenza pedir el dinero a mamá, a papá o por mil razones. El condón debe ser como el agua. No se le debe negar un condón a nadie. Por ello, está bien que exista una democratización del preservativo donde todos podamos tener uno a la hora de copular. Los preservativos deberían ser como los cigarros. «Perdona, ¿tienes un preservativo?», ojalá sea una frase común en la calle. Contraer una enfermedad light como la gonorrea en Europa no es sinónimo de tragedia. Estar infectado por el VIH es sinónimo de angustia ( o resignación), de un antes y un después en la vida uno, una muerte social para muchas personas- por desgracia- cuando se entera media oficina. No todo el mundo es Pepe Espaliú. No todo el mundo coge al Sida por los cuernos y sigue viviendo como Dios manda: feliz. Antes de llegar de llegar a esta situación, ¡queremos condones para todos! Un condón gratis o a un precio módico es el futuro. Posdata: Cuando digo jóvenes de 17 años; también están los que se inician a los once.