¡Aeropuerto Benito Pérez Galdós, ya!

 

Los nombres deben tener una carga simbólica. Llamarse “Aeropuerto de Gran Canaria”, no dice nada nuevo. Debemos hacer un ejercicio de creatividad y justicia. No hay mejor nombre para nuestro aeropuerto y para nuestra cultura como “Aeropuerto Benito Pérez Galdós”. El turista, venido de cualquier parte del globo terráqueo se lleva un souvenir de quiénes somos, cuando ve el nombre de nuestro escritor más universal. Nosotros somos Galdós. Y Galdós es parte de nosotros. Es más bonito para el oído y para la vista, que llamarse “Aeropuerto de Gando” o “Aeropuerto de Gran Canaria”. Todo el mundo sabe que viene a la isla de Gran Canaria, ¿pero todo el mundo conoce a Galdós?

3 opiniones en “¡Aeropuerto Benito Pérez Galdós, ya!”

  1. un inglés, un alemán, o cualquier visitante del país que usted quiera, visita Gran Canaria una vez en su vida; y mientras viva podrá decir que estuvo en Gran Canaria y animar a otros a venir. Por mucho que usted se empeñe, ese ciudadano que nos visita jamás va a saber en una semana quién fue Galdós. Además los nombres de personas a una calle, aeropuerto o lo que sea, siempre estará al albur de quienes quieran cambiarlo. Gran Canaria o Gando no lo modificará nadie por razones obvias. Y concluyo, con su argumento tendría que haber un aeropuerto con el nombre de Cervantes o de Skespeare. No sea ombliguista hombre. Querer a la tierra no significa mirar hacia dentro sin saber lo que nos interesa de verdad. Dicho lo cual, Galdós un genio

    1. El verdadero problema con el aeropuerto es que muchas compañías le siguen llamando «de Las Palmas», y por cierto yo no le pondría el nombre de un señor que, por magnífico escritor que fuera, renegaba de su propia tierra. Además, no serviría de mucho… ¿o acaso conoce usted mucha gente que dice «acabamos de aterrizar en el Adolfo Suárez» en vez de «en Madrid» o «en Barajas»?

  2. A primera vista la idea parece buena, pero estoy de acuerdo con Dámaso.

    Además, yo también desconfío del capricho de quienes ponen y quitan nombres a los aeropuertos, esa casta sacerdotal que dirige con indiferencia nuestro destino y con codicia el suyo, esas perpetuas mentes manipuladoras que nos enseñan a nosotros, pobres ignorantes, la diferencia entre el bien y el mal, que nos sirven la Verdad en sus bandejas doradas del vil metal amasado con nuestra mansa ingenuidad. (¡Uf, qué barbaridad! Estoy dolido y sensible, es eso, me he puesto a pensar en dirigentes y acabo con la imagen de esta gente canalla, irresponsable e inútil de siempre… He dejado escapar la Greta Thunberg que llevo dentro, ¡y no me arrepiento!)

    Galdós es un genio que supo convertir en palabras su propia mirada, una mirada amplia que podía abarcar y comprender las de los demás, la suya es una mentalidad universal e imperecedera, y debería llenarnos de orgullo saber que creció contemplando los mismos paisajes que nosotros, que fue uno de nosotros, que sintió en una vida cercana a la nuestra. Él no necesita que un aeropuerto lleve su nombre, el mejor heraldo de Galdós está en sus libros, ahí continúa vivo su espíritu, para conversar con él cuando nos apetezca escuchar su silenciosa pero inmortal voz.

    Prefiero pensar en Gando, en el significado perdido de esa palabra que se convirtió en lugar, cercano a la pista de tierra que inició el aeródromo, prefiero honrar y respetar el recuerdo de aquellos seres que dieron nombre y sentido a ese paraje junto a nuestro mar, bajo nuestro cielo, sobre este paisaje que todos nosotros amamos, hasta el dolor, como a una parte de nuestra propia vida.

    Saludos.

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