
Nardy Barrios debe ser elevada a la categoría de santa. Podría ser una santa para la Iglesia y para el pop, una especie de Santa Teresa de Jesús que es proclamada santa- Santa Nardy, amén- por la santa sede, o por el mismo Andy Warhol. Nardy lo tiene todo. Viste con colores vivos, populares, modernos: todo un icono posmoderno de la moda. Iba a escribir: «de política no entiendo». No es cierto, conozco la teoría política y la política (no son lo mismo); pero en este artículo solo me referiré a la condición de Diva (en mayúscula) de una mujer empoderada. Estamos ante una señora diva. Esta condición se podría demostrar, científicamente: solo una diva mide el carril bici como lo hace ella, solo una diva habla con su naturalidad y temperamento. La diva de los barrios de Gran Canaria y Tenerife, porque ella es chicharrera de nacimiento y grancanaria de agradecimiento. Ella es del mundo, es la Bernarda posmoderna que va más allá del personaje lorquiano para hacer del mundo: un lugar alegre. Dejo de escribir. Cojo las llaves. Cierro la puerta. Hoy bajo por el ascensor. Salgo y me encuentro a Nardy en los buzones. Impresa en los folletos. Me lo leo. Nardy es una diva, me reafirmo en lo que digo. Camino hacia el portal. Las baldosas tienen el rostro de Nardy. Salgo a la calle. En las nubes está dibujado “Nardyyy Barios”. Alguien se ha comido una «r». Nardy está en las farolas, en el comentario de la gente, en las avenidas, en los institutos y en las universidades, en los libros y en las columnas de opinión. Hace dos días fue el santo de Catalina de Suecia. Hoy, es el de Santa Nardy.
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