César Emilio González Déniz

La imagen que acompaña este texto demuestra la fisonomía de buena persona del premiado, Don Emilio González Déniz. Un hombre libre y honesto con la literatura y con la sociedad. ¿Qué puedo decirte, querido Emilio? La literatura está de fiesta. Acabo de verla en una manifestación con una pancarta grande, donde se lee lo siguiente: “Premiando a Emilio, premiamos a uno de mis mejores amigos”. Emilio es eso: el buen amigo de la literatura, comprometido con su tiempo, con la belleza de la palabra y las ideas. El César pudo ser inmortal ante los ojos de la historia, e incluso ante sus súbditos. Emilio es un mortal, no necesita a nadie en su cuadriga: es un hombre consciente de su condición de ser humano, porque Emilio es un ser humano de espíritu inmortal. Su cuerpo, como el de todos los seres humanos, se marchitará pero su literatura será la lectura y la salvación de quienes aman- o se acercan- a la belleza de la escritura pensada. Insisto, si en el carro de nuestro César Emilio hubiera algo sería su corazón plateado y dorado donde los dioses se miran cuando se olvidan de su condición de inmortales.