Publicado el

Esta tarde con Hani Naqshabandi

Hani Naqshabandi en la calle capitalina Los balcones.
Hani Naqshabandi en la calle capitalina Los balcones.

Esta tarde de noviembre será testigo, testigo fiel de la construcción de un puente donde se sentarán a conversar el hermano Hani Naqshabandi sobre «Medio ciudadano respetable», una novela donde decir NO está prohibido. Sidi Hani se sentará en el puente de culturas junto al gran humanista Juan Carlos de Sancho. Se elevarán puentes y ríos donde los barcos enseñan su bandera, la bandera universal de la libertad y la literatura mientras Galdós observa la escena desde las ventanas de su casa. A las 19:00, hoy, en la Casa-Museo de Galdós, estar para cruzar el puente hacia el horizonte de la belleza.

Publicado el

Procuro olvidarte

Escaparme a una playa vacía. Llorar. Levantar los brazos al cielo. Golpear la arena para después llegar a mi habitación. Lleno de arena, sal y meterme en el sobre de amor que nunca he escrito. Llorar. Intentar dormir. Volver a llorar. Tomar la almohada que me asfixia todas las noches. Recuerdo la necesidad de amar. Amar siendo joven, aunque la vida iba en serio como nos enseñó el poeta. Otro profeta me hizo temer al rechazo inhumano de la amada: Olvídame.

Publicado el

Estimado Heidegger

La sonrisa ontológica de Heidegger
La sonrisa ontológica de Heidegger

Tu carta me ha conmovido. Debo darte las gracias por tus palabras. ¿Merezco tanto? Después de darte las gracias, entro en materia. Por aquí no te quieren. Ni se te ocurra reencarnarte en algún joven filósofo o viejo radical. Nos conocemos. Por favor, intenta estar al margen de este mundo. Si vienes, al menos intenta disculparte por lo que no hiciste. No te descubro nada nuevo, ya te lo dije en Friburgo: «Eres un chaquetero». Mi comentario provocó una sonrisa en ti, porque sabías que estaba en lo cierto. Eres esa especie de creadores que viven en su mundo, y para complacer a sus contemporáneos abrazan cualquier tipo de poder. Eres como Dalí cuando bromeaba con el asesino intelectual de Lorca. O el mismo González Ruano con los de aquí y los de allá, egoístamente. Desde Helheim, te enteras de todo. Siempre has sido cotilla. Cotilla y rápido que es mucho más peligroso para aquellos que quieran guardar una confidencia. Hablando de confidentes y cotillas, por aquí todos conocen tu amor apasionado por Hanna Arendt. La adorabas, no me lo niegues. Habrías dado la vida y hasta la muerte en la que estás por ella. Tú eras el dasein, y ella tu ser.
No vengas por aquí, eres un nazi. No creo que hayas matado a nadie, pero dejar matar a alguien: es delito de omisión. ¡Qué desgracia! Un pensamiento tan elevado arrastrado ante el falso bohemio que pintaba ruido con sangre y humo. ¿Por qué, Martin? Años después de nuestro encuentro en la Universidad de Friburgo, supe de la desgracia de Husserl. Le amargaste la vida al maestro, cegado por tu falso mesianismo. El mesianismo que derrite la retina de quienes aman odiar. El maestro murió. Hanna escapó. Y a vos os recuerdan como una gran mente, el gran filósofo del siglo XX que pensó como nadie. Pero, es paradójico que un nazi (como tú) haya creado al Sartre más rojo (casi lila, negro). Tus ideas fueron una mina de oro para todas las corrientes filosóficas posheideggerianas, para todas las ideologías de este mundo; pero tu persona es un acantilado azotado por cualquier bajante.
Un abrazo distante,
Te invita a reflexionar tu colega Sikabi.