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Cincuenta años de muchas cosas

zz600full-lawrence-of-arabia-screenshot[1].jpgHe oído que hay quien ha empezado la cuenta atrás hacia el 21 de diciembre, fecha en la que muchos agoreros anuncian el fin del mundo. Yo no creo que vaya a pasar nada más terrible de lo que sucede, y la apuesta es segura, porque si ocurre nadie vendrá a decirme que me equivoqué. Lo cierto es que en este 2012 se conmemora medio siglo de muchas cosas que parecía que iban a cambiar el mundo y ya hemos visto en lo que ha quedado. En 1962 se independizaron muchas nuevas naciones (Argelia, Uganda, Burundi, Samoa), nacieron The Beatles y The Rolling Stones, se publicaron grandes novelas (Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos, La mala hora, La plaza del Diamante), murieron grandes personajes (Marilyn Monroe, Faulkner, Hermann Hesse) y casi hay un fin de mundo nuclear cuando la crisis de los misiles en Cuba lo que por cierto dio lugar a que Juan XXIII excomulgase a Fidel Castro (que todavía se está riendo), y se hicieron tantas películas inolvidables que da vértigo pensar en los estrenos de cine de aquel año (Matar un ruiseñor, El ángel exterminador, Lawrence de Arabia, Dulce pájaro de juventud, La escapada, Lolita, El hombre que mató a Liberty Valance, ¿Qué fue de Baby Jane?) Han pasado cincuenta años y aquí seguimos, unos haciendo el tonto más que otros, porque todavía hay quien cree en términos como eternidad, inmortalidad, libertad… Incluso los hay que dicen por ahí que vivimos en democracia. Hay gente pa’ tó.

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Pedro Lezcano o la paradoja del editor (*)

Pedro Lezcano, como Agustín y José María Millares, se convirtieron en clásicos apenas traspasada la juventud. Eran años de necesidad poética y la voz de estos hombres hacía de flauta en el Hamelín oscuro que era entonces Canarias. Todos recordamos a Pedro Lezcano como un poeta eterno, un Góngora vivo, con el que podías cruzarte por la calle o tomar un café hablando de asuntos que casi nunca tenían que ver con la literatura. Porque Lezcano, aparte de su etapa de político en activo, que fue muy corta al final de su vida, sabía de muchas cosas, fuera pesca submarina, micología, ajedrez, teatro o técnicas de impresión, porque buena parte de lo que en literatura se publicó en nuestra isla durante más de tres décadas pasó por las manos de Pedro, en su calidad de impresor, corrector, encuadernador al modo más clásico.
zCBCA2A5[1].jpgHasta que llegaron los nuevos sistemas de impresión que hicieron de puente entre las linotipias y la informática, los libros se construían letra a letra, seleccionando en las cajas el tamaño y el tipo, discutiendo sobre si a un determinado poemario le iba mejor la Garamond o la muy prestigiada Bodoni. Puede decirse que la literatura escrita durante treinta años en esta isla pasó en su mayor parte letra a letra por las manos de Pedro Lezcano.
Ya he dicho muchas veces que Pedro Lezcano es, además de un gran poeta, uno de nuestros narradores más acabados, hasta el punto de que podríamos decir que sus cuentos forman parte de la cima de la narrativa canaria del siglo XX, aunque sigan repitiendo que es poeta (y lo es) y nunca le reconozcan su enorme peso como narrador. Cuando el poeta se decidió a publicar dos relatos, no estaba ya en condiciones de hacerlo él mismo. Se trataba de Historia de una mosca y La rebelión de los vegetales, dos textos que debían publicarse en un solo volumen, y que como sugieren sus títulos defendían el medio natural frente a las agresiones del ser humano.
Me tocó hacer de editor de aquel libro magnífico, y ya pueden suponer el cuidado que puse, porque él sabía de galeradas, viudas y gazapos más que nadie. Conversar con Pedro Lezcano de cómo iba a ser físicamente su libro era como hablar con Casillas de cómo se para un penalty. Afortunadamente salió a su gusto, y así puedo decir que le edité un libro al mejor editor de Canarias. Y es que en la vida se dan curiosas paradojas.
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(*) Este trabajo fue publicado ayer en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7. También se publicó en el mismo medio este artículo de Felipe García Landón(Enlace).pdf

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Parole, parole… Políticos

Los políticos de este país tienen uno de estos dos males; o creen lo que dicen, con lo que es evidente que tienen un grave problema de percepción, o saben que no es verdad y creen que los que no nos enteramos somos los demás, lo que les da pábulo a seguir vegetando. Está claro que están divorciados de la realidad, o porque no saben más, porque les interesa o porque sirven vaya usted a saber a qué amo. Desde que empezó la crisis (2008) nos han dicho que hay que reformar el Estado, que hay que dar una utilidad al Senado, que hay que impulsar la economía, y lo único que saben hacer es recortar y empantanar, pero siguen hablando y hablando y nada se mueve ¡y han pasado cuatro años!
zzzw456.JPGParole, parole, que cantarían Mina y Adriano Celentano; la liaron con el Statut y han calentado el ambiente hasta el punto de que la gente de Cataluña ya va por delante de ellos en lo de la independencia. Ellos lo hacían para ganar votos, pero ahora no saben qué hacer con la nueva situación, y Artur Mas trata de quitar hierro diciendo que si no hay pacto fiscal Cataluña caminará hacia la libertad. Eso ha dicho textualmente y si lo desgranamos no sé qué es lo que significa, pues parece atisbarse que si Madrid cede al pacto fiscal este asunto se diluye (si es que pueden apagar el fuego que ellos mismos han alentado). Por aquí tampoco son flojos, pues el Presidente del Gobierno de Canarias no se quedó blanco ni colorado para decir en medio de un cirio descomunal que el comienzo de curso está siendo «magnífico». O está ciego él o estamos ciegos todos los demás, y esa es la cuestión, que van a su aire.